Friday, June 26, 2009
Intercambio
Un día vino el Poema que yo anduve
buscando en todos los rincones de la tierra.
Un poema que ví escaparse muchas veces,
poema que era mudo, pero tenía muchas luces;
yo, el implorante, le dije: «Acércate»
porque daría mi voz, mil voces si tuviera,
por un poquito de su luz.
Le reconvendría, es cierto...
por robar mis realidades,
por callarlas por más que le rogué
que sea mi amigo y me devuelva alguna.
No sé por qué me roban realidades.
Un día dije que yo
soy la sata mente humana que lo quiere,
el Yo afligido que siglo a siglo lo desea.
Fue cuando insinuó con señas
que es el Gran Silencio de las cosas,
que es un todo en todo que ronda con sigilo.
Yo le dijo que soy un pabilito de luz
(tal vez la chispa diminuta, la que oscurece)
y, sin embargo, evitando apagarse
anhela percibirlo y en hacerlo se le va
la vida. «Acércate, que soy de la calaña
de los buscadores; yo vivo escarbando la noche
y tú pareces un búho, que no canta,
pero lo sabe todo. No voy a pedirte que cantes;
ni me entregas las mañanas cuando duermes.
Aquí mismo, en las noches de miseria
del mundo, enséname a oír de tus silencios.
A saber, más pleno, detrás del manto
o el plumaje de la Maya.
Si eres el Poema eres la Realidad
y si te busco, soy un espacio que para tí
se esparce, un aura de palabras
que abrazarás con tu oído.
Estoy buscando Amor en mis visiones
y tú eres el Maestro, nocturno como el búho,
alto en el vuelo, como los cuervos
que limpian las carroñas
cuando la mentes del capricho
se rebelan y se matan; yo no soy de esas
mentes, Poema, yo busco la Vida y el Amor.
«No pases más de largo. Acércate: Mente Real»,
tú lo contienes todo, tú derramarías
mejor lenguaje, rayos extraídos del Dedo
de las zarzas y los harías objetivos,
sueños y anhelo en carne,
sinapsis de universales longitudes,
ondas celestes para la estrofa uránica,
pero debes entrar en mi abrazo,
refundirte con mi voz,
mi voz que nombra todas las cosas
(aunque no las aprehenda por entero),
mi voz que quiere atraerlo todo,
mi voz urdiendo realidades.
Un día vino el Poema y se hizo carne
y yo, que era el poeta, dejé de ser
maestro de ilusiones, predigitador,
malabarista, payaso de los circos.
El me hicíste el amo de Todo
lo que no se mira, lo que no se dice,
lo que no se toca, pero existe
más real que las virtuales densidades
de las cosas. Se acercó al fin. Es lo que digo.
Y me dío lo suyo y yo te dí lo mío,
aún toda mi voz, en agradecimiento.
Este secreto, añadió: «Yo no necesito
nada; yo soy la Mente, la más profunda mente
del Deseo. Y voy amarte, por terco.
Te voy a dar la realidad en pleno
y, así como la doy, la quito
cuando no seas puro».
De: Teth, mi serpiente
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SEQUOYAH 30 / SEQUOYAH 31 / SEQUOYAH 1
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