Sunday, June 28, 2009

Para robarse tu luz sonora / María Juana vaga por el campo

A María Juana Beníquez Font (1926-1978)

¡Deténte, reposa un instante,
no camines más... Te hace daño.
Escucha, María Juana: deja que hable
en tí aquella niña del pasado,
aquella adolescente que esperaba,
con amor, obsequiarse en melodía
con dedos llenos de gracia!

Mírala, sin temor. No huyas.
¡Eres tú, sentada al piano,
tú en concierto y reverencia por Arezzo!
¡Mírate, Beníquez,
que a todos tienes encantados!

Beben del sagrado Soma del misterio,
leche oceánica y puránica, el discurso
de Dios que sale de tus dedos,
el amor negro que hay en el talle
de Catey y tus senos de manso
y violáceo ciclamen.

Maestra María Juana, tén cuidado,
¡cuida dónde pisas, akâsa!
La clave Sol sofoca.
La mañana pidió su ritmo más salvaje.
Se alborota. Se conjura para darte
su último aplauso, clausura de ovaciones.

¡Ay caíste! el mundo es ya oscuro
y sordo y mudo y terco!
Ahora sí se silencio la tarde
y se fueron tus manos
por la oreja de los dioses
y el cuchillo que cercena
lo sublimemente audible
y lo manifestado.

En doloroso exceso, akasa tattva,
está que sangra el canto de la muerte
y una guitarra de Sandalio,
exquisitamente tallada por La Yegua,
ha parido un lamento de nostalgia
y una danza de Mislán cubre
con nubes de sus ojos la niña que yo veol

Indice: Epica

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María Juana vaga por el campo

Una vez más,
a orillas del sendero final,
con el fin de la canción soñada,
te redescubre el viento,
el silfo de tus montes y te ama.

A mitad de la ruta que persigues,
a ver la mar te has ido
por el Puerto de la Aguada.

Partió de madrugada a San Germán
y la vieron caminando, caminando,
con la frente sudosa
y la tez de clazol
y de bagazo.

Por rumbos de terracería, barrios
cubiertos aún de niebla y cantíos,
se dirige a no sé dónde y parece que,
al caminar, vuelve y descansa.

Es la pianista negra, la maestra,
virtuosa que tuvo su pequeña banda.
Es tesoro sonoro de Pepino,
estrella luminosa en las covachas
del viejo Pueblo Nuevo.

Con Bethoveen y Mozart ella se cita
y va con manos que parecen alas
y sandalias, piano ilusorio de suspiros
y pena en Do Mayor y orquesta
con violines debajo de la falda.

Indice: Epica

La concertista y el coraje

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