«Toda verdad es una verdad en perspectiva»:
José Ortega y Gasset
Yo me crié y tomé mis primeros sorbos
de vida en un espacio del tiempo y con unos padres
tan enormes, tan buenos, que me convencí
de que la muerte es buena, que en medio de los absolutos
el amor viene y habla y te vincula no a las estancias metalógicas
del fracaso, la injusticia, el pesimismo, la tragedia
como al sacarse los ojos para hacerte miserable...
sí, ahí sí que sacan los ojos para que no se vea la luz.
Sacan los ojos los buitres y los opresores...
no... nací donde me enseñaron que hay que ser expectante
y también sigiloso ante el tormento. Y todo determinismo
nihilista, post-histórico.
... y hay que ser estoico
para que la fe muestre sus milagros...
Hay que tener cojones de fe,
muchos cojones y no ponerlos todos
en la misma canasta, porque el dizque patriota de hoy
es el cuchillero del mañana y quien te da una tabla nueva
de valores, posteriormente, con ella se limpia el culo.
Por eso yo soy amigo de la muerte amistosa
de los días, entendedor de la ruta hacia la Montaña
en la altura... y nací en lo que llaman Tercer Mundo
(que es el más duro, aislado, menospreciado
de los mundos; pero el mundo que, al final,
se retrercha para resistir la metafísica de un Estar
tan relativo que las palabras Dios / Luz / Fe / Absoluto
pierdan su sentido, se abandona el consuelo, se asesina
la esperanza y te dejan colgado de realismo,
clásicamente entendido.
Tal vez yo jamás, por tan pobre e iletrado
entienda ese realismo y todas las predicaciones
del Siglo de las Luces y la Teoría Revolucionaria.
Pero, desde el Tercer Mundo, donde abundan
los torturadores, los guerrilleros, los truhanes
que son los proveedores, de droga,
contrainsurgencia,choteo, traiciones, también están
los más heroicos, los que tienen fe
y enseñan fe. Son los imprescindibles.
¡Qué maravilloso es, a la postre, haber nacido
en el tercero de los mundos, en el mundo de los pobres
sin Yo vanidoso, alharaquiento,
en el mundo donde no es posible el absoluto-relativo,
lleno de fe en el Estar publicitario. Por el contrario,
en el canto al verse tirado y jodido
me armo con el evangelio de Lázaro: «Levántate y anda».
Yo nací en el tercer mundo lazarino,
donde el padre no es un pícaro que te encamina
al muro y «rómpete la frente, pendejo».
Claro que acá hay de todo por razón
de la necesidad malentendida
cuando no se piensa que es más fuerte
el estoicismo y el amor.
No. El mundo en que nací tiene estoicismo
se tiene cierto Séneca ultraperspectivista que dice
(tras la estancialidad de esta pobreza real,
otrora diseñada por miles de opresores,
todos traidores sociales de cofraternidad solidaria,
política, utópica, hermanante)
hay un más allá del mundo físico o parafísico,
y una ajena Razón que no se vende,
que es más fiel que las promesas demagógicas
del hombre y... en eso creo: en la visión clara de la Fe
y por eso, aunque sólo tengo hambre y miseria,
no me suicido, no me armo de ira por algo tan virtual
como un pan; mendrugo, no vendo droga, no me enlisto
en la guinda del ejército; no bebo para olvidar
ni ultrajo mujeres como mi único contento.
O la venganza por la historial social
de explotado en los credos de los malvivientes.
Yo creo en el que abre los mares muertos
de la Vida, lanzando un rayo desde la zarza ardiente
y en el que mata los becerros de oro y la mala voluntad
en medio del desierto; yo me creo un cruzador de ríos,
un hebreo más cabrón que los que adoran ídolos de Asera,
me creo el heredero final de la Patria Verdadera.
La Tierra Santa del Yo social y sus posibles circunstancias.
Estéticas mostrencas y vitales / 2
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