Thursday, December 18, 2008

Como Alianza del subyugo / Montanistas / Detén el hacha


La Santa Alianza fue concertada en París en 1815 entre Rusia, Austria y Prusia, para sofocar las aspiraciones nacionalistas de las pequeñas naciones subyugadas.

¡Será cosa de ver!
... si ése que viene a ti,
dándote aliento con la virtud
de sus muchas prohibiciones,
si ése que al hacha tuya la conmina
deténte, surte su consuelo.
O convence.
En la sombra de la cueva te retuvo
y todavía él mismo obedece
a cinco dedos que son cinco sentidos
impuramente honestos,
consoladoramente adquiridos
en miopía y tradición de rebenque
y azote sinarquista
con placer escabroso.

¡Será cosa de ver
su Santa Alianza con la Mano Invisible
que te ahoga! ... Ahí está
con la ruleta rusa en París
y el gatillo, dispuesto a disparar
a las núbiles sienes, inocentes
y en congoja.

Con la prusiana disciplina
de cinco dedos puñeteros, frota el pene.
Con austríaca vanagloria
se vacía y echa sus mecos
en el decoro ajeno.

Será cosa de ver cuando digas tú
quiero naciones soberanas
y a mis hijos con poder sobre las llamas.


07-09-1989 / Indice


Montanistas

¿En nombre de qué amor
hablaste de las verdades, Montano,
si sacaste el tuétano a la vida,
si en árbol carcomido
transformaste esta siembra humana
que me asedia zurriendo
broncamente
con su homicida alarde?

A las ramas y semillas
sobran los tuecos, agujeros,
y un viento del siglo, sin oriente,
el tronco de mis árboles maldice
y, más allá, a las sombras de reposo.

Los sinarcas, armados con sus lesnas,
me han cercado, me han quitado
esta raíz que eludió dar sus votos de reata
(ya piensa, ya bendice, este corazón
tan ultrajado y prohibido).

Estoy con el vetarro de mis huesos,
añorante de días
y propias cuentas y hecho un mico
con espíritu noctívago.

Busqué el monte, sin temor,
la piedra para extender el alma
y alargar la razón de mi ser
y aceitar la mañana.

Pero, ¿quién eres,
hijo de montanada, con qué amor,
si alguno, se escribieron días del fin
del hombre sobre el mundo,
con qué carcoma santa
rechazaron las nupcias de la sustancia
con sus cielos, de qué verdad
o torpe vademécum leyeron su mentira
y me echaron de mis montes trascendentes?

Absolutas y mortales
son tus desgracias, tus blasfemias,
me predican, tu Hacha
es la que hiere geometrías.
Tu voz es la que mata
al Cristo ultramontano.

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Detén el hacha

Rescataron el poder
con cada mando simultáneo.
La autoridad absoluta fue del Papa
y vino él, al llegar estuvo
cuando cargué mi niño como ofrenda.
En su nombre, me dijeron:
¡Déten el hacha, hijo de la reala!
¡No lo mates, no regreses al seno
del Dios puro, no dés un paso más
que no mereces tú la trascendencia!

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