Al Dr. Timothy Leary,
Ayer llegaste con el golpe
de los goces etílicos y mucha marihuana.
Dijíste que murió en el puerto
el contramaestre de muralla.
Mi gentío estuvo feliz
en ese festival cascabelero.
Bebieron y bailaron en la noche
y sacaron un coral lleno de ojos
que parecía el esqueleto del difunto
o el árbol de la muerte.
Habría jurado que eras tú,
calcáreo pájaro del fondo del olvido,
tú, animal de corajina que te secaste
como un reptil del Erebo,
deformado por el Caos y las Tinieblas.
Pero no eras tú.
Fue el censor que dijo al navegante:
Echate a las aguas del cenote
y muere con las manos vacías.
¡No eras tú, sino la mano mucílaga
en el lagar, el trago amargo
de tantas lunas tristes en Usumacinta.
Yo estuve allí viéndolo todo,
uno más con la tristeza de su pueblo.
Quería morir ebrio de plenilunio.
09-16-1979 / Memorias de la contracultura: Indice
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