a Vasco Nuñez de Balboa,
descubridor del Oceano Pacífico,
asesinado en el umbral de gloria
A esos niños nemorales,
indios del bosque, él ofreció
los mares de sus ojos, el Sur
de las aguas ambiciosas
y una costa en Darién,
granjas del comienzo del ser
en sus andares, rutas de otros pueblos
en ser-con-otros, ríos ya conocidos,
manantiales taínos, el Cibao,
ventanas pupilarias, nada en demasía
una vez conquistado el párpado sudoso,
el iris tan profundo de las niñas,
miradas desnudas, caprichosas de sus ojos;
pero la miseria tenía forma en el sí
y en la sustancia de aquel golfo
que a su alma dijo, ne quid nimis,
en presencia de Pedrairas...
En cambio, el indio dijo:
Nuñez, hermano, ya conocemos
la bardoma y el Darién,
las islas de las Perlas, lo soñado,
ya, ¿qué prometes tú que no lo conozca
en Tierra Firme?
Este pueblo del bosque al que cantara
quien afirmara que conoce el ocaso cavernario,
trajo la Conquista, el valor, el León ibero.
Entonces, Vasco Nuñez medio huía
del celo de su pueblo.
... porque allí estuvo Pedrairas y sus dragones
y le dijeron sedicioso y ocultador
y mentiroso; y, al final, mandaron
por sus ojos que observaron
las costas, así como los indios
desvelados, curiosos, encantados,
y lo decapitaron con envidia venenosa
y Vasco ya era pobre, ne quid nimis,
con nada en demasía, sino el aliento
y los indios que, azorados,
lo lloraban y el Mar de Sur
que navegó en sus ojos.
07-12-1984 / Las zonas del carácter: Indice
Los perros se vuelven amigos
Los perros se te vuelven amigos
con sólo su agitar de cola.
Uno los imagina en su pasado
de carcunda y se estremece;
pero irrumpen dulcemente
y se echan a tus pies y los perdonas.
Te olfatean el corazón, tan dóciles
y sin razón alguna.
Por eso se les ama
porque el pasado de sus pulgas
ya no importa.
Han vencido por el hueso que tiras
su karma de mordiscos atroces.
Se conforman hoy con lamer
el silencio de tu mano extendida.
Cosas hay que los dedos desatan
y que se caen de suyo para quien
olfatea el corazón ajeno
y sus cinco dígitos de mundo.
Las zonas del carácter: Indice
Nadie es tan sensual
¡Nadie es tan sensual!
lamiendo al vilo, ¡qué miseria!
sin dar sus cabezadas como uno.
Los perros aceptan lo que das.
Ni más ni menos.
Quiere ser obediente a su modo.
Haya paz o tengas una guerra
en el bandullo, están contigo.
Se echan sobre tu vientre
y te escuchan el hambre
con que amas.
O los enojos.
Se acurrucan a tus pies
y sueñan al unísono que puedes irte,
o vas a desafiar la vida huracanada.
Entonces te lloran como nadie.
Es que los perros
se te vuelven amigos
y se les caen las babas
cuando vas con los ojos
bravos y cardeños
como dos piedrecillas en llamas
y el pelo crespo de calungo.
Los perros, más que un rabo
y un hocico y unos ojos
(que se parezcan a los tuyos)
tienen una antena.
Son tu propia sombra que te clama.
14-07-1980 / Las zonas del carácter: Indice
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