Ahora estás sólo como cazador
que busca en vano
la presa que robaron los flamencos.
Ahora Carlos V te bendice.
Puedes aplaudir a los captores del Milanesado.
Puedes saquear a Roma y conquistar
Perú, Chile, el Caribe y la Amazonia,
exorcisar a brujos de la fe luterana...
Fernando y Felipe II se llamarán tus rivales
y, en el fondo de tu ser, soñarás el fratricidio;
ahora eres casi soberano,
con las manos derramadas como garfios
circulados en las mares como naos.
Cañonazos fabricarán tu nombre.
Con espadas te inundarás
de apellidos y señores.
Contigo el Ultrasistema se deifica.
Todos los materiales de la caza
a tus pies llegaron, han besado
tus manos y construyen los cielos platónicos
de tu ira, tu celo, tus cimientos absolutos...
Lope: Indice
Los asesinos
No se olvide el asesino
del inmediato mundo circundante,
el que empuña remisión y tira piedras
y esconde la mano...
no se olvide...
quien reinventó el puñal por jure bellis,
la espada para el hurto y la opresión,
premeditadas,
del ser-acompañado y el ser-acompañante,
que con el útil que se halla en el cohecho
no se olvide
también se coencuentran a la mano
los quienes victimados,
otros para quienes
la traición y el golpe bajo se destinan.
A las mutilaciones, con su aviso,
cobarde, vaporoso, seguirá la pregunta:
¿quién amenaza, hiere o asesina?
¿Quién, con mañas de lobo, es quién se esconde
y usó el arma y atormenta y reincide, canallesco?
No se olvide que hay quien quita el yo
y se huye del destino y son los proveedores.
A expensas de la muerte, en secreto organizados,
ejecutan la amenaza, fundan sus escondites.
No escaparán impunes, no,
aunque sólo trafiquen en las sombras
con los portadores de la muerte innecesaria.
Criminales hay que jalan el gatillo,
pero hay peores: los chingaqueditos;
genocidas intelectuales que autorizan la hecatombe.
Con sueldos de sus arcas, sufragan el crimen.
Con justificación verbal, lo enaltecen.
No se olvidará su delito, no,
ni al cómplice en la sombra, más lobuno.
En el útil se sobreentiende el para qué
y en el asesino, por igual, se precomprende
la remisión del productor a portadores.
En el olfato va obsequiada la pista de la burla,
y los zorros del desfiladero,
desenmascaradores, catan huellas.
18-04-1980 / Lope: Indice
La Gran Legión de la ambición
Un extranjero proveniente de las sombras
es el invasor que escupe, maldice, aterroriza.
Su alarde desconcierta
y aparta a quien le sigue.
El más humilde al verlo piensa:
Es un intruso.
El más valiente arguye
con los puños cerrados:
Es rival, enemigo.
El sol llegó.
Invadió las sombras,
pisó fuerte en Castilla,
dijo que vino a iluminar
y sacó el rayo del bolso
de los cielos.
Quiso moverse entre las nubes inmensas,
pero las aguas fluyeron como ríos siderales
por otras direcciones. En sus ojos,
sólo había pantanales y la luna
estaba ahogada en el lodo de su fondo.
El extranjero llegó.
Pidió respeto, pero las germanías
de Valencia chapotearon en ira
y, desde Aragón y Castilla,
maldijeron su nombre.
2.
El extranjero se creyó dueño
de toda valentía; a todos dijo:
¡Sóis cobardes!
El miedo, ya que él es el derecho
internalizado y egoico, por el cual cree
que inventa al mundo, en los otros existe.
Nunca en él. Decretó pues la obediencia.
Quiso que el ajeno prójimo le bese las polainas.
El extranjero sale del Absoluto
y es el rey para el rey que está consigo.
3.
El extranjero no tiene calidez
No es generoso. No bendice.
Nada tiene que dar, según sus cuentas.
El vino a recibir, a lucrarse
aún con lo que jamás será suyo.
En su viaje solar por otros universos
no dejará que otros, los ladrones,
esquilmen sus alforjas.
Dice él que ya para sí
se robó el fuego del Olimpo,
y que para sí tiene escritas
las Tablas del Destino.
Hay que verlo en su tránsito cósmico
y temblar con sus pasos, rendir a él
pleitesía. El es el héroe y nadie más.
El siervo no debe aborrecerlo.
4.
Para escombrar lo nuevo y lo desconocido,
los invasores se sumergen en la fe
y en las charcas y el abismo.
Se cuelgan a los nombres de pioneros
como a lianas; revientan al caballo
entre peñascos y senderales de tupidas selvas.
Dan un adjetivo a todo con sus bocas
boquilleras, charlatanas, maldicientes.
En sus gayolas, así creen, todo cabe.
En su asombro, todo se comprende.
Son la Gran Legión de la Ambición,
a sangre y fuego, los hijos extranjeros
del Unico Valiente y Absoluto.
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