La verdad de un tiempo es error en otro:
Ch. De Montesquieu
Han sido mis verdades económico-sociales
y mi dios se llama el Dueño de la Tierra.
Y mi moral, aristocracia hacendataria.
Soy un baal entre baales y mi dios
provee la lluvia de los campos. Baal
valida mis cosechas. Favorece mis frutos
y mis compraventas, el dueño ha sido
en suelo palestino. Su ley nos rige.
El da su verdad a mis esclavos.
Da el templo y casa en las ciudades;
yo por él arriendo territorios y lucro.
En rameras sagradas él me obsequia
descanso y regocija al extranjero.
Otros nómadas no atesoran la tierra.
Nosotros sí, somos habitantes de colinas
y llanuras; árabes del yahvismo han venido
a despojarnos, a maldedir nuestros baales.
Sus verdades son caminos perdidizos:
un dios de extraño nombre, Yahvé,
nos desafía, nos provoca, nos transgrede.
En las rutas del sur exhorta al cananita:
No vendas la tierra porque es mía.
No hipoteques la verdad. Verdad que es una.
Toda la tierra es mía. Y toda mujer
será de mi nuevo sacerdocio.
Oye, Palestina. Yahvé es celoso.
Y la verdad relativa; los extranjeros
llegaron a cambiarlo todo
No validarán nuestras leyes de la Tierra.
Se conjuran, con verdades mentirosas.
Condenan la moral de las lujurias.
Nos han llamado verdugos con las bocas
de Amós y de Hosea. Oye, Palestina:
No hay divinidad en tus ídolos,
ni virtud en tus costumbres.
Yahvé, con la voz de Elijah, te condena.
Desde hoy será otra la realidad
y la fe en Palestina.
14-06-2000 / Estéticas mostrencas: Indice
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