al Cacique Guarocuya, alias Enriquillo
Cuarenta tropas se quedaron
a cuidar los restos de la Santa María,
cuarenta hombres que tenían en la espada
el terror del mundo, toda prerrogativa
de placer oscuro y de escándalo.
Vivieron en cuarentena la distancia
de la humanidad básica del hombre.
sin consolatoria castitatis,
por lo que se lanzaron como fieras
sobre las taínas desnudas de los campos.
Del honor de los varones de las islas
hicieron mofa, con noción
de vanidad viripotente, el invasor
ultrajó pureza, tolerancia, convivencia,
todo devoción y los hombres sanos
de aquel mundo
in desesperadum
se organizaron por 14 años
y combatieron al intruso.
07-12-1991 / Lope: Indice
2.
... El afán de dominar, terremoto que quiebra y resquebraja todo lo ruidoso y cavernoso; el que arrollando, retumbando y castigando rompe las tumbas barnizadas; fulmínea interrogante planteada al lado de las respuestas prematuras: Federico Nietzsche
Una vez
(imagino que pudo ser en Bairén o El Chaco
con encantos de puros mandalas / tambores /
me lancé a liberar, a generar el orden,
a dirimir lo disperso y lo trunco.
Una carroza tirada por panteras
me dio pies y como soles
las ruedas con los pasos trillaban
la parva; destrocé a cuenta propia,
limpiadoramente cuanto pude.
Con mi danza de bambuco
lo temido, se amenguaba
y en tablas nuevas servía
sus engramas la gloria del cambizo.
No hay peor saber que no querer...
Yo aún soy el guerrero, a medias victorioso,
porque mi lucha no mengua.
Perdura. Se extiende. Se complica.
Ante la visión de cada principio
dictatorial, explicativo,
al tirano barrujo metafísico
lo tendí con quello amarillento.
Quiebro a los bribones
y los sanaría por entero
con linfa de mi perspectivismo.
Aspiro a un orden que refulge
estruendosamente en arquetipos
más allá de la palabra mentirosa
del trueno y el relámpago representativo;
pero no me lo permiten, no lo desean...
Ahora soy una pequeña luna, deslumbrada,
pero mi sol rompió cadenas, ¡ay, la madre
semeluda, apetitosa de infinito!
es la comunidad que vivo. Diezmada,
engañada muchas veces,
por los ultrajadores y asesinos.
Lope: Indice
Los modos de explotación
Los modos de explotación
(el robo racionalizado, apetito
cada vez más intenso de codicia
y seguridad amparada por la fuerza)
se abonaron con pretensiones arbitrarias:
superioridad cultural,
eficacia inclusiva,
rendimiento óptimo.
En el área vital de sus depredaciones,
el ladrón se ha atrevido a convivir
con su presa, se asoma
con sus lugartenientes y sus cómplices,
trae consigo al verdugo al lado de su diestra.
Para adaptarse a ellos,
despojados de su hazaña, sufre
los enojos de los pocos.
Traga saliva ante el impertinente.
Del uno insatisfecho,
crítico del acto imperdonado,
sofoca sus lamentos, ríe como valiente
siendo valepoco ante su alma.
06-02-1982 / Lope: Indice
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