Friday, December 19, 2008

La zorra originaria / La relación pura / Dueño de mi olfato


Uno tiene la zorra originaria
a los huesos alojada como su madriguera.
Uno sabe que ese corazón cató prudencia
desde su fondo de batallas y lunas.
El hombre es bueno
como el árbol de higo;
la mujer como el pan, sabroso.
El deseo de aportar al almacén cooperativo
fundó el economato y leyes naturales
que el corazón entiende
a pesar del medio patógeno
y la muerte, con su ecología de tinieblas.

Unico paraíso: el manantial del movimiento,
la lluvia que desata la adaptación
al canto, al desafío, la esperanza
como mito de sobrevivencia.
La función permanente, la realidad,
el ser, transformar la madriguera.

Estéticas mostrencas


La relación pura

¿Pero dónde, mujer, serás tú más amada?
Me gustas, nulípara, y no quiero pagarte
porque en tí está escondido todo lo que quiero
primariamente mío, hormonalmente santo,
tus críos con su lenguaje puro
a menos que los vendas,
lo mismo que a tu cuerpo.

Te hallaré como el zorro
que no vende ni compra
su presa, la persigue.
Se cerciora si conservas o escindes
tu luz de fe y malicia,
tu fuego de amor e instinto,
tu pez ígneo de lealtad
en los montes sagrados de los días.

No vayas por fuego fatuo y por ventaja
a los ojos del salvaje, que él no paga;
él muerde, acosa, organiza,
desespera, se angustia
y en su mundo no existen las monedas
ni el fascinum ni escarnio;
no pagará las deudas no debidas
ni fundamentadas,
menos al nacón de las monedas.

Como el salvaje, satisfecho del rito
de pezuñas clavadas por astucia y por deseo,
soy el preguntante del te quiero.

13-04-1975 /
Estéticas mostrencas


Dueño de mi olfato

Ni la razón ni la intuición
pueden captar cabalmente el ser
de lo que se encuentra:
Martin Heidegger
Porque, en oscuros corrales de mentira
y, en guaridas del monte, mi rival
hizo ciudades y perjuró:
¡a la zorra, candilazo!
yo persisto con mi cabeza ancha
y con mi hocico agudo.
Soy un perro salvaje,
aún dueño de mi olfato.

Los entes manifiestos vienen-ante mis ojos
y yo no los persigo; pero a las aves de corral,
con cluecas mañas de Bezug
e hipócritas ardides, referencialidades,
yo sí las cazo, voy por ellas, las espanto,
las muerdo y que se vayan, digo.
Su humo incomoda mis zorreras.

Habitan cerca de mí
y a su aroma nauseabundo
yo detesto.

Tengo las orejas empinadas:
¡soy todo oídos! y desnudo
me deslizo con sigiloso paso
y me sigue la cola
más larga que mis patas.
Largo y abundante, mi pelo y con él,
nazareo, nazco, crezco, muero,
¡pero ya son muchos
los zorros desollados!

¿Y qué será? que me duele por instinto.
¡Pues que no soy intuitivo, entre otras cosas!
¡Que con dolor y con angustia aprendo!
Y a la gruta del desfiladero llamo geografía
y serme-anticipado en mi avanzar, astucia,
mi gramática parda, lo aprendido...

12-01-1976 /
Estéticas mostrencas


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