Friday, December 19, 2008

La vulpeja que enseña el cobre / Jactancia / Dama añeja, choripanta



Cuando saltas delante de mis ojos,
cuando irrumpes, ente manifiesto,
y das en las pupilas,
eres un golpe de la brisa con aroma
y una mariposa
y una noche
y me encantas.

Por lo general, evocas el perfume
y la tibia forma del muslo
y la armazón de huesos
relajados y fluídos.

Tu estómago cubrirá mi piel
como arcilla que se lava
en barranqueras, o cascada que baña
dulcemente, aunque huelas
a yagrumo a mis espaldas
y te pierdas como gacela, apurada
por tu rumbo de malezas o escondrijos.

No me gustas por eso
porque te vas y tu encuentro
es más breve que el silencio
y menos duradero que la aurora.

... pero me gustas, zorra,
porque conservas la astucia de vulpeja
y husmeas la madriguera de la calle
en la ciudad mundana y en la plaza
del cuidado circunspecto, te temporas.
Te surtes con vestidos de lujo
y de marrana, si te place.
Te engalanas, asqueada o cómplice,
del orgasmo ajeno.

Te obsequias provocante y provocada.
Azuzas con lockeano sensualismo,
te enciendes como un motor de sexo, talonera.

Estéticas mostrencas


Dama añeja, choripanta


... les souvenirs ne pleu pen pas,
au contrarie, ils élargissent votre
solitude:
Gustave Flaubert

Dama añeja, choripanta, con asechanzas
endurecíste mi vida, me escondíste
la alegría, echaste abajo el proyecto
del vuelo luminoso y mi renacimiento.
De la esperanza, licuaste tu pitarra
y vino amargo, vociferaste en mi nombre
para echarme la biga, ahogarme en desconsuelo.
Bebí tu copa. Anochecí contigo.

Vieja memoria, necrópolis de mi alma soñadora,
ataste mis pies, dejaste de mis brazos
sólo un par de muñones y por eso te recuerdo.
Desandamos hasta que nos perdimos.
Si no fuera por tí, no sabría de mis propias cicatrices.

No sospecharía la cuenta de tus daños
y mi padecimiento. Vale mucho más olvidar
y, sin embargo, no puedo. Tu presencia
me ofrenda cementerios. Tu beso

me envenena la boca y no te olvido.

En mi soledad aparece tu penumbra.
Te agigantas. Asedias lo profundo.
Me conviertes en cómplice.

13-07-1985 / Estéticas mostrencas


Jactancia

Ninguno que sea pobre sea altanero.
No se jacte si no tiene fortuna.
Tener se ha convertido en autoridad,
medida de los hombres y hay medidas anuladas,
juicios impensables para quien en desgracia vive.

Baja tu cabeza. El hambre te borró del mundo.
Arrodíllate y no menciones a Dios ni con tus gimos.
Un bien vestido de sotana, una sociedad de mantillas
sobre el hombro, denunció tu pecadora vida.

Destituído fuíste de los cielos, sediento y con pesares,
tu espíritu se gafa entre las sombras. Palabras ociosas
son tus oraciones; en diálogo de sordo, sólo enseñas
el cobre. Prepara tu espaldas a los azotes,
tu mejilla al escarnio, tus ojos a las lágrimas amargas.

Tú no tienes ni una manta para el frío.
Tu presente es una cárcel clandestina
y tu ira, un testamento de la Nada.

03-05-1985 /
Estéticas mostrencas

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Las zonas del carácter: Indice / Adaptación natural / La zorra originaria

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