Thursday, August 28, 2008

El extravío de un eterno memorioso

La revolución tecnológica al hacer inestable y virtual lo real, con preponderancia de lo artificial, lo que hace en definitiva es poner en cuestión la propia realidad de lo real. El histórico extravío actual de la metafísica es por sí mismo un crucial problema metafísico para nuestra época... El extravío de la metafísica en la actual erosión nihilista posmoderna es sólo parte de un proceso más grande que lo involucra, y en el que tiene la batuta rectora la revolución tecnológica, incluso sobre la globalización económica y el neoliberalismo político: Gustavo Flores Quelopana (filósofo peruano)

Ahora, con manos vacías, soy un hombre de Occidente.
En el camino perdí todo optimismo, o más bien,
me despojaron. Debo ser posmoderno
o no existo. El yo me lo demuelen
por decreto; el ente me lo dan apolillado.

Mi vieja fe en Cinco Rostros directivos
se fue a hurtas. Se parece demasiado
a la imagen de bondad metafísica,
ya desacreditada de todo a todo.
Sospechoso, primitivo, me han dicho.
Ya ni Dios ni Razón han dejado conmigo.

Demolieron mi Sujeto en una esquina.

Colgaron mi nombre con mis huesos
en lo alto de un poste de la plaza
y le prendieron fuego.
Ahora discursan sobre un determinismo ciego
(que la trascendencia no existe
y lo divino es opio) y que la Voluntad es libre
porque el Ser está olvidado y pudrido; el nihilismo
es la puerta del reposo. Sin un ente,
no hay esencias ni seres
y yo, más que bien, lo entiendo.

... pero, aún así, me van quitando más.
Yo quería mi experiencia con lo Eterno
y advertido soy de un ahora gastado, viciado, de extravío;
yo quería mi Ser y me dijeron: «Sálte del Yugo.
El ser es meramente una idea y la idea
es esencia
sólo en relación al contrayado y remanido ente».

Y los fanáticos del ente son olvidadizos,
acusatorios, homicidas, mentirosos.
Sigo pidiendo algo más que este asqueroso
ahora que me han dado; sí, quiero mi ahora,
con su inmanencia y todo, pero, con esa pieza
que le falta: ipsum esse, Ser como tal,
su auténtica factura; sí, quiero el ahora,
pero han de dármelo completo, yo no quiero
el olvido del Ser, yo soy un eterno memorioso.

Entonces, me condenan a las perpetuas prisiones.
En las cavernas, veo otros que, como yo, se niegan

a ser simios antropotécnicos, historicistas
del momento, hijos precarios de los obtusos juicios.

Otra vez pido un ser que pueda ser,
para mí, fundamento.


Ellos me dan las sombras que danzan como sibaritas
porque el hoy es tan breve y el ser no es eterno;
no hay nada previo, sólo la salvaje secuela
de las cosas materiales, naturales, objetivas
y ese simulacro de Yo, ens in communi abstracto,
actus essendi del trajinar y el extravío.

Antes de ser hombre occidental, tuve esencias.
Las dí por fundamento, mi propia ontología;

hoy es pan de simulacro, hambre es
lo que como; hoy bebo muchas sombras

y apenas me sustento.

Estraviado en una cárcel,
en aras de una Verdad que me libere
y que no tenga su asiento en el juicio,

en los entes deficientes, vivo.

Del libro Heideggerianas

La mala suerte / Local y universalmente / Meditación sobre la muerte de Ana / Declaración de amor / Obra poética /

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