Tú, fiera del gruñido que se oye,
eres más que leona con aliento,
más que onda sonora y que palabra,
más que el gesto.
Te oigo en las hojas celosas de tu paso.
Eres un zumbido de silencio.
En la maleza hoy descansas.
Tu energía se reposa con ojos cerrados.
¡Qué satisfecha estás, hembra, del zorro y la gacela,
compañera del tigre, cómplice del puma
y el leopardo!
¡Qué mansa eres con la estrella del instinto!
Te olisco en la distancia y me conforta tu aroma.
Uno para el otro somos sin palabras.
02-02-1978 / Indice / Heideggerianas
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