Los decaídos preguntan con azoro
por cosas que no le importan
ni le vienen de suyo.
Los decandentes se tragan el mundo
aunque después lo vomiten.
Se aferran a progresos culturales
que no impactan sus vidas
como el chisme lo hace.
Cayeron y no sienten la caída.
Pretenden que son imprescindibles e inmortales.
¡Más que vivir, se perviven en flote!
La corriente los lleva, creyendo así
que avanzan hacia alguna parte.
4-28-1974 / Indice / Heideggerianas
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