Beatriz siguió danzando.
Esta vez estuvo fuera de los pozos.
¡Tan feliz me sentí que pensé,
¡ay dichoso yo! mi ser de azogue,
encantado en plenitud, tan vivaracho!
Entonces, vino la fiera de la Envidia
para atormentar esa alegría.
Con puñales me cercaron.
Y quise ser un soldado nuevamente.
¡Es que la Cura se manifiesta en el Besorgen!,
me dijo. ¡No estamos solos! Somos lo emergente.
Los cuidados necesarios mientan a los otros:
Eres, al fin y al cabo, ser-en, ente con tratos
con lo que son-ahí-también.
Indice / Heideggerianas
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