Sunday, December 07, 2008

Pretensión inútil / Decepción / Nostalgia / Me extendí


Ser feliz es pretensión inútil.
Se cobra con monedas que caducan.
Se guarda lo obtenido con la vianda que perece.

A veces, al llorar me siento despedido:
me han quitado y no sé quién, ¿tú, Melpómene?
las prestaciones. Me degradan al rasero del inútil
y la puerta, azotada en mi nariz, me cierra el mundo.

Es cuando me pongo a recordar que la dicha
se estercola con tragedia.
Lo más amado se va como paloma
en una mansa muerte que es cuchillo,
harpón que escruta mis ballenas,
el interior del ansia.

Indice: El hombre extendido


Decepción

El amor existe para que sepas
que eres breve como un puño de arena
y para que tengas el recuerdo
de tu precariedad.

La soledad te cita
y según te llenas de útiles y deudas
te enriquece un vendaval de hastío.

Hay truncos amanaceres que llegaron contigo
al quitarme la luna. De estos plomizos cielos
había conocido a pocos.

Tal vez yo fui un ahí del ser,
tosco, inerme y aburrido.
¡No importa, pese al vacío de luna,
yo murmuro la imposible dicha y no quiero
morir ni que te mueras.

No sé inventar el sublime sepulcro.
Día a día, tomo lo posible
y voy sabiendo que ser feliz
es un oficio inútil.


05-11-1980 /
Indice: El hombre extendido


Nostalgia

Con sonrisa que un pordiosero
no cambia por monedas, va mi nostalgia.
A cada paso alguien me entrega
su contento, algo que yo esperaba
y que me gusta tanto que lo quiero.

Se me antoja un atardecer
con muchos brillos, ráfagas
de brisas que perezcan
como cosquillas de mociña o mujer
a mis pies, topar con unos ojos,
quizás, grandes y lindos, pestañudos,
y que sean como olas que mojan mis mejillas
porque buscaron amor sin nunca hallarlo;
les diría hola, o la abrazaría
violentamente, igualmente lloroso.

No sé si carezco de mañanas;
pero tengo nostalgias.
Supe que oficié en salmos y dancé
con las frenéticas niñas de mis ojos
y me arrobé en la cama con sensaciones de
amor en juncos.

04-11-1983 /
Indice: El hombre extendido


Me extendí

Me extendí en el sendero
como piedra para tu tropiezo.
Lité en piedras con óleo de alegría.

No sé qué tu querías
que te fuíste a seducir otras piedras
y otros árboles,
aunque algún día vendrías
otra vez a echar mi vida
en tus deudas y ultrajes.

Y mi boca clamaría
como el hombre extendido:
¡Vete, véte!

Indice: El hombre extendido

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