Thursday, February 05, 2009

11. Profecía sobre la amnesia cultural


«Homosexual promiscuo; puto de sonoras
alaharacas: no escupas sobre tu propio techo».

Deja que la generación busque su amor,
se manifieste en las calles fuera del Lobo
que se come al semejante.

A los Niños de Jesod, dejálos
que reconozcan la indignación
porque en su mundo ya se cosechó la duda
y los consoladores son incrédulos,
relativistas de su verdad, utilitarios con el lema:
«Todos contra todos, porque somos lobos,
animales sin alegría, rebaño en represión
de Eros, líbido airada»; desde el falso siglo
de la Ilustración, con Hobbes a la derecha
y Locke y Rousseau y Freud. A la meta
de buscar Progreso del Otro lado,
desolaré. La Correspondencia es ley.

¿Qué hizo Occidente con la doctrina
de los Derechos Naturales?
¿Por qué llamaste a Hobbes seguidor
del que dijo que la semejanza e imagen
de Dios está en la humanidad?
... vé y dí a John Locke que a genocidio
de indígenas no convoqué,
que yo soy la verdadera Libertad
y la igualdad, la paz y el cosmopolitismo.
El que puede hacer la Armonía la hará.


A los amnésicos culturales, defíneles
vibración, el Que vibra también dio
su perfil en la asociación, el ritmo,
la generación, lo mismo que la persona
en la polaridad. Mi ley es en la causa y el efecto.
El que vibra en la Energía envió
Alma, Hija de Sacerdote,
y en su subjetividad profunda,
puso los arquetipos de sus leyes
y a sus espaldas está el Velo de Emet,
el velo que cuida el fundamento.

Entonces, vé mientras estés
sobre los pliegues del manto azul
y vibre el tiempo; vé porque la Hija
ha de ser Madre Fértil y su embarazo
es la Imaginación Creativa
para tu generación, Allan Bloom.

Vé y profetiza el Gran Viaje de la Líbido,
homosexual promiscuo, y llama
a la que con mis ojos ve y a sus espaldas
tiene el Velo descorrido y en tu presencia
lo rasgará porque la Amnesia Cultural
ha formado la tiranía
de lo uniforme
en tu mundo.

12. Profecía para la tarea que doy, Carlos

Ahora tú sé quien vayas,
con el cadáver que has tirado
sobre los pliegues del manto azul.
Profetices a Allan Bloom sobre sus recetarios
y los Grandes Libros y el asco suyo
por la libertad hobbeano-lockeana
y las falsas aperturas.
Vé y díle que la fuerza existe
y con ella trabajarás con tu intelecto
y con tus emociones, con ella comes
y sacias la sed, con ella viajas
la ruta hacia el Oriente y sales
por la Puerta Estrecha.

El Infinito existe y, sin el cobijo de fuerzas
del hatillo, el viaje fracasa, se pospone,
se trunca y su éxito no se aprende
porque lo que lleva a él es incomunicable
y nadie lo da, nadie lo enseña,
no es cosa de Grandes Libros.
Vé y dilo a Allan Bloom.
Ninguno verá la paz interior sin conocer
la Fuerza que abre el Infinito;
no hay liberación ni iluminación
sin domar instintos naturales
y pasiones, sin abrir las fauces de un León;
sin ceñir a su cuello un cinturón de rosas;
sin poner un cascabel al gato,
siendo un ratón y ésto no se aprende
de los Grandes Libros de Allan Bloom.

Vé y dílo: Que la experiencia del espíritu
es incomunicable y que, por ella,
contenido del secreto, se busca destruir
lo indestructible y se tortura y se encarcela
al que lo tiene; Carlos, aún quien te da el secreto
destruye tu nombre, te pone en prueba y dolor.
En cárcel estás de Misercordia.
No en la torre-prisión de tus negadores,
no en la libertad de Hobbes y Locke,
no en las tecnologías de los que la Naturaleza
subyugan para quitarse la muerte.

Muere por mí, yo te doy la ecología
del Equilibrio, el poder del qué
y el cómo de mi clemencia,
porque yo soy Jojma, Koaj Ma
y Jesed, la Bondad.
El que rompe la Vasija la restaura;
yo restauro a mi hijo en Shvirat hakelim.
Tú ve, mientras te tenga sobre los pliegues
del manto azul, ve audazmente,
atrévete, sin temor. Profetiza
contra Allan Bloom, el Lado Sagrado
de mi bendición. Díle que ya no lees
Grandes Libros, sino que escuchas
desde el Sitra de Kedushá.

13. Profecía de la Mano de Venus / Hator

En misericordia, mi Mano te agarra
porque yo te he rotado. Rotación es mi ley.
Sorprender es mi Emoción Cósmica,
mi ciclo, mi expresión. Bendigo a los que rotan
y en lado sagrado hallan Mi Mano
y no la menosprecian.
Mi mano te giró desde el Big Bang,
pero mi Ojo no te perdió la pista
en el fragor revolutivo del ciclón.

Tú viste en Sísifo la prueba
y sobre sus espaldas puse la roca
del ciclón y él dijo: «No quiero la muerte».
No quiso la involución, ninguno de mis giros quiso,
siquiera Mi Mano que detiene lo que gira.
Como el más listo de los mortales,
me desafió. Sin creer en mí, arguyó
que predice las sorpresas que doy
y que mis direcciones burla, ubicándose
él donde yo no lo quise, porque le dí
libertad en el pasado. Quien es
la libertad verdadera puso la Roca
pesada del ciclón en él, quien dijo:
«Yo soy la Sabiduría y el control».

En tí, yo pongo la rueda del destino
y la visión del Kelim que llenaré
con luz directa, con luz limitada.
Ante los encuentros inesperados de las vasijas
que vuelan a tu alrededor, medita en mí.
Algunos de ellos será Mi Mano.
Mi mano sostiene y libra de la muerte
(la muerte que castiga como a Sísifo:
la muerte que es ietzer hará).

14. Profecía sobre la Mano que detiene la Rueda

La Mano que envío para que refrene los destinos
que vuelan sobre la noche de Sitra Ajra,
llámala como quieras. Entiende, sin embargo,
que es Mi Misericordia, el Gran Plan
antes de que nacieras, porque no hay Azar
(el que te creó el Universo hizo para tí,
Kelim / Vasija / vehículo antrópico /
te dio promesa). La Mano que te envío
desde mi contracción, en dolores de parto,
lloró por tu vida y jaló, conmovido,
la rueda de tu nacimiento y en lado sagrado
te saludó para Hashem.

Bendita la Mano que detiene la rueda
y de la Rotación de la Luz Infinita
hace tu momento y tu fortuna.
Llámala como quieras, pero no hagas
relativa esta verdad y digas que fortuita es
porque la energía de mi palabra
crea las cosas materiales
y no eventos al azar.

Bendice la Mano que acude a tu parto,
hijo de las aguas en medio del ciclón
porque tu vida lleva al Ojo de Ayín
aunque no lo puedas predecir.
En el centro del huracán te entrego
a salvo para que te llames Afortunado.
Sólo mi Mano es Gran Viento
y mide el Aliento y pesa el corazón.
Y mi Mano es Caf, la Palma de la Nube.
Bendito el que cree que mi Eter arquetípico
es la palma de Mi Mano y que,
desde el Vav de mis conexiones,
doy la sílaba: Rota energía,
que mi Luz nunca será tragada
por nada que no sea mi Sol
y mi éter no muere
en ninguna oscuridad.

... la Mano que detiene la Rueda
para que tú lo entiendas es el Amor Renovado,
la Unidad del Nosotros, la Esperanza.
Quien sobre sí pone una Roca
y no navega por la ruta que doy al centro
del ciclón, Vicioso le nombro,
hombre sin fe. Pesimista le llamo.
Abiótico le digo por su nombre.
Ciego en su egoísmo le designo
porque, obseso de sí, nos nos ve.

15. Los narcisistas de mi siglo

Escuché a los hijos de la cultura
del narcisismo, Christopher Lasch.
Ellos mismos se ataron y con coyundas
hicieron sus vestidos. Ocultaron la suciedad
de sus cuerpos y disfrazaron la ignorancia
de sus proclamas con leyes de su autoridad.
Estaban hambrientos de luz; aún así,
llamaron plenitud y abundancia a sus bostezos.
La ansiedad fue su libertad.
La indiferencia dieron por sabiduría.
Thomas Hobbes estaba en medio
de sus estrategias y la guerra preventiva
guardaba sus ciudades.

Para ganancia propia, ellos estructuraron
cada ideología e instrumento ejecutivo.
Su ley fue el Monstruo que escondía delitos.
Aún así, se proclamaron buenos, pulcros,
enemigos de la ira, conjuradores de angustia.
Obsesiva, hasta los extremos, fue su acumulación
(y los billonarios, a su juicio, quitaban la soledad
con sus consejos y el pesimismo, con donativos
de sus fundaciones y obras de caridad).
El dolor lo dejaban como muertos en museo;
como piezas de arte, a la posteridad.

Escuché a ese pueblo narcisista
cuyo hedonismo encabezara desfiles
y cenas de manteles largos por su felicidad.
Era un porcentaje modesto de la nación,
pero la nación creía en ellos a pies juntillas
aunque millonadas de seres boquearan
y otros se sujetaran en cárceles estatales
y prisiones de administración federal.

Ví a los viciosos y tentados, todos orgullosos
de su lujuria y sexo compulsivo,
todos apostando a ser competitivos
en tierra donde ser 'looser' es el peor adjetivo.
Las criaturas de la futilidad pedían
los uniformes del Sueño Americano
y cada etnia, en violencia o en virtud,
se decía prudente, feliz, autorrealizada.

Escuché a Rush Limbaug, dueño
de itinerarios radiales que no tenían fin.
Hablaba como papagayo, drogado
por medicamentos y a su virtud
la llamaba Conservadorismo
y Jerry Faldwell era igual, fundaba
universidades donde se hablaba de Dios
con boca llena de besos fornicarios
y recostado sobre almohadas ahítas
de dólares y donativos
y decía mentiras salpicadas de lágrimas.

Ví, escuché, asistí a los antros
donde la canción lenguaraz se pretendía
un himno y la demagogia, un salmo.
Cualquiera destilaba, con fama de ícono
idolatrado, su derecho a la ira,
a la pose rebelde, a la chapucera intención
de inautenticidad; la política se convirtió
en gesticulación hipócrita, en mafia
y así hablaban del que no come
y del que sufre, del enfermo y del explotado,
del oprimido y del desesperanzado.
Con el poder de los débiles se hizo
un show, lleno de aplausos,
y en medio de la atracción por los cuerpos,
el más feo dio su lealtad al hermoso
y el más hermoso su lealtad al feocio
y los débiles estaban de bruces
sobre sus lamentos y su invalidez,
pero, con tanta propaganda, eran felices
y lo perjuraban por todos los medios
de Norte a Sur, del Occidente al Oriente.
El narcisimo se había globalizado:
«Estamos en el mejor de los mundos
y la cultura de este siglo es perfecta
y será así por todos los siglos: Amén».

16. Bendición del destino y la Rueda

Con las Palmas de mi Nube, yo dispongo
el Ciclón y roto las ruedas de mi energía.
Mi ley es Rotación. Quien te creó
mueve la luz, envía el rayo, la vara,
las copas de oro para tus consuelos.

Yo, Jai, envío a la Hija del Sacerdote
a quien haré mi rey, mi Tzadik abajo.
Sí. Yo doy el Alma.
Yo me presento en la noche del hombre
y en lo peor de su oscuridad,
alumbro como Estrella hacia el Oriente.

No temas al Apophis.
Mi Sol vence al Caos
y Set es sólo una sombra
(a la que inventa el miedo).
No temas porque Dios no tiene Adversario
y en tu diestra Anubis vive y a tu izquierda
Tifón vela; como toda mi fuerza,
como mi plexo infinito de posibilidad.

Bendíceme porque envío el Mensajero.
Aún al que teme morir en el desierto
lo envo y aún en la tierra oscura del Valle
del Río Nilo, pongo la semilla
del renacimiento; bendice a Anubis,
porque él mide la valía de quien a su orilla
llega como un pedazo negro de sedimento
y al Nuevo Reino él abre acceso.

Bendice a todo el que pese tu corazón
y no robe de él, porque Guardián del Velo
lo hago y él abre la boca y ladra
a los perros; bendice a la Mujer Virtuosa
que dice: «Mi padre es Ra, hija soy
de Atum, hija del Tzadik de Arriba
soy». En todas las edades, envío
a la que llena los sarcófagos y los templos
de gozo. Bendice mi Hija, es el Ojo de Ra.

La Verdad puso en Ella, el Tercer Ojo.
Así pues bendice a Hator y si dice que su nombre
es Sekhmet, bendícela, y si su nombre
es Serlet, ámala aún más porque es
la encarnación del gozo y es la Madre Fértil,
y la Amante y la Esposa con que caso
al hijo del Rey. Y es la Amiga que yo doy.

De la Vía Láctea saqué su estrella
y Vaca Celestial la hice sobre el firmamento.
Hijo mío, en cinturón puse el Zodíaco
y agua de alegría en las Jarras que le dí
y nadie fecundará tu Mente Interior
como ella hace; ella, cualquiera sea
su nombre y cualquiera sea la estrella
con que bautice tu alma
para que veas la Dicha que trae al hombre
cuando rebose el Kelim, la vasija
que te dí. Como leche santa
te sabrá el agua, como vino será
la humedad de sus besos.

Deja que Hator te bese y verás
que Anubis vive en tí y que eres
el protector de tu resurrección.
Que tú muerdes la Muerte como un pan
y que el Pan de tu Muerte es la Vida
y que la arcilla de tu barro
es negro sedimento del Nilo
que yo, tu Creador, haré resplandecer
como un vaso de oro que amaso
con las Palmas de Mi Mano...

Entonces, ¿por qué has de temer, si la energía
de mis ciclones cósmicos detengo?
Yo paro la rueda del destino, yo doy
la estrella de la felicidad...
y sólo te pido: Bendice el mensajero
que te doy, bendice tu alma
a la que llamé Hija Celestial,
hija de Tzadik.


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