A Flora Tristán (1803-1844)
Todas las desgracias del mundo provienen del olvido
y el desprecio que hasta hoy se ha hecho de los derechos
naturales e imprescriptibles del ser mujer: Flora Tristán, 1843
Cuando él te puso la mano encima o con sus gritos
de afrenta quiso comerse tu alma,
tu voluntad comenzó a decir: ¡Basta!
Aseguro que ya tendrías muy meditado
un proyecto de escapada.
Todo el zumo amargo de la palabra pariah
tendría que haberte sugerido tristes ojos
de perros rechazados, animales no queridos.
Pariah es saberse convocada a la huída,
hacer de tripas corazón, pero no aceptar
pasivamente la desdicha.
Tu marginación está pidiéndote camino,
véte a Londres, vuelve a Francia, véte
como antes a Perú, en aras
del fantasma del Coronel Tristan y Moscoso.
El peregrinaje lo anotaste en secreto
para que haya memoria de aquellas mujeres que,
como tú, serán las parias con su encono nato,
dolores y rebeldías acumulativas, urdiendo
la escapada y, al fin, se vestirán como varones
con gesto que investiga, conspirativa, desafiantemente.
... porque si no hay esperanza que salve,
ni piedad que asuma aceptaciones,
¿qué otra cosa quedará, Flora?
No otra cosa, mujer.
Rebelión. Desafío. Dar poder
a los parias. Organizarse.
2.
Como una pariah, perra pulgosa, semi-sepultada
a rechazos, te han herido; celos de gentuza
que no tiene otro esplendor que su dinero
o su mucho egoísmo, a tí, Flora,
aristócrata de cuna que vas camino
a la orfandad y el desastre, a tí
que bien recuerdas que lo tuvíste todo,
la educación,
la gracia,
la belleza,
la riqueza interior de la misericordia,
a tí que conociste a Bolívar, el libertador,
y al Maestro Rodríguez, que al fin hablaste
con Marx, Saint-Simon, Fourier y te quejaste
que a las viudas en la Revolución no se les atiende
cuando sufren, que no hay revolución
que a las obreras recuerde y les cumpla
con la misma prioridad que a los varones...
a tí, que la niñez la viviste en abundancia...
mírate, desplomada a balazos, dolida
en las casas de Londres,
en servicio de fregona, mírate
luchando la custodia de tus hijos
(porque nadie, en rigor, ha de llamarte
puta, o escupirte ante ellos, o levantar
un puño con ira, sólo por ser mujer de letras,
menos André Chazal, el opresor, enemigo
en tu casa, macho valepoco y asesino).
08-11-2008 / Indice: El libro de la amistad y el amor
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1 comment:
Que fuerza!... ni pareces hombre jajaja.
Me toca de cerca el tema.
Buenos versos, realmente buenos
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