Thursday, February 05, 2009

9. Profecía para del cuerpo canjeado / 10. Profecía sobre los tontarrones


... porque camisas negras han aceptado
e imitaron el paso marcial de los amalecitas
como entes de hipocresía
y violencia, escucharán la quejaa:
«Se creen valientes porque van vulgarizando
todo; hablan un lenguaje camotero; con imagenes
de sexo y voces de sexo, hablan sobre la belleza
que nos les durará y el cuerpo perfecto
que es sólo su simulacro».

Con apariencia de hermosura se esclavizarán
y, con su pérdida, verán luto... En vano, se engaña
el que humilla a la Hija del Sacerdote, y se burla
del Novio, hijo de Rey, en vano será la cirugía
que se hará; en vano, el gimnasio al que tendrá
que inscribirse; en vano las dietas que habrá
de pagar y las vitaminas y las horas
en angustia y desvelo cuando el Cuerpo Perfecto
pida cuentas y pregunte: ¿Qué hicíste
con el kelim, el vaso divino, el cuerpo inicial
de mi honra en el Lado Sagrado?

Cuando la ancianidad no quiera su adiós
con virtud, el cáncer vendrá y doblará
lo hermoso, cuerpo de su pretendida salud
y perfección; mísero anciano el que morirá
con el frágil recuerdo de la Hija del Sacerdote
que se fue y dejó solo a su cuerpo,
cáscaron de la edad oscura y la vanidad.

10. Profecía sobre los tontarrones

Ví el hombre y la mujer cuya grosura es física,
real, no la de los tiempos de la recompensa;
los ví y son el Buey, a veces manso,
que dice: «Be nice», «I am nice»,
y pretende ser la yunta que se doblega,
pero su mansedumbre es falsa.
Están llenos de sí mismos
pidiendo oportunidades iguales de justicia
mientras esconden el valor moral
de eludir a los dioses extraños
y su espacio en Sitra Ajra.

Los ví en la esencia de su crisis
y ni tienen valores ni sabiduría.
Escuché cómo hablaban de apertura
(y cavaban el nihilismo en lujosos apartamentos;
hablaban de la angustia necesaria, pero,
la angustia era sexo y gratificación
para cada rincón de sus cuerpos).
Vestían con costosa tiranía de mercado.
Hablaban como el que es mudo,
oían como el que es sordo, indiferente,
pero con el gesto simpático: abierto, tan nice...
como si a todo hubiese que decir sí.

Citaban a Nietzsche para justificar el poder;
a Heidegger para destrozar la tecnología,
pero la tecnología los destrozaba a ellos,
esclavos del celular, esclavos
de claves y herramientas que les programó
para que jamás tuviesen acceso
al Cerebro Oculto, a la red de su Alma.

Los contemplé en su república de carteles,
letras, pantallas virtuales. En bancada
de mercados levantaban sus sinagogas;
en antros de oscuridad disparaban relámpagos,
fuegos artificiales, ruidosos cohetes y timbales.
Y todos decían: «Ay, güey, be nice».
Y el olor de la marihuana llenaba todo,
olor de semen subía al esplendor.
Taanug estaba crucificado,
el fluído vital lo drogó y lo puso
en jeringas, en pipas, en líneas de coca,
en aguas de tacha, en metanfetaminas,
en heroína y sustancias de química extramundanal,
y el cuerpo perfecto de varón
era para otro varón y el cuerpo de la hembra,
con senos esplendorosos y asentaderas
de magnitud para otra que decía
a su compañera: «Be nice, I am nice».

Allí estaban los habitantes de las cuevas
y conversaban de la Diversidad Cultural
y se pintaban tatuajes en medio
del ano y como vejigas se ventoseaban,
sordinas que dan bemoles al fin del nihilismo
y la angustia, cutre discurso sobre el fin
de la desigualdad, el temor y el interés propio.

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