a Teth, la Novia oculta
Sí, sí... yo tengo el corazón rebelde
(y no ha sido mi intención si hasta parezco odioso)
y llamo a mi bestia, material del cuerpo,
mi camello, el organismo que Ghimel me ha dado,
el arrastre de aquel primero sonido
que se escindió de mi, como chispa ausente
del Aleph... yo quiero casa, o la quise
y aquí estoy con mi propia muerte
y el poder plasmante del Germen
y la paternidad de un Corazón oculto
que me reprende y me calla.
Sí, sí, yo no me impongo a nadie
[no me llamen odioso, no ustedes,
a quienes mi cuerpo aún ama]
y si mi objetividad central se llama el cuerpo,
pobre es mi casa para alojar a todos;
limitado es mi fuego, lenta mi veneración,
opacas aún mis claridades, sediento
estoy de mi principio vivificador.
Pero estoy por un rastro que me indique
la causa final; estoy dejando que la espada
venga y me fulmine y me diga:
«Este es el fin determinado,
el lugar donde quiero que estés,
manso o rebelde, pero honesto, mudo,
oyendo de mi Vau, el ser o el no ser».
Y es por eso que soy así, un exprimido
con espíritu, hasta que salga jugo
o el veneno que me acabe de matar
o disolver en la nada... Sí, sí, rebelde,
subiendo mi roca y cayendo
y levantándome como un Sísifo doliente
que no sabe que Daleth / la Puerta /es abundancia
porque vive miserablemente,
soñando la ancha entrada del Deseo.
Y, aún así, en mí se enroscó la serpiente.
En la existencia elemental me ha mordido;
su lengua está en mis protoplasmas,
rasposa como fuego, rudimentaria como hiedra
aferrándose al puro, jalándome a la puerta
de un jardín, diciendo: Pasa, aquí es el refugio,
aquí es donde Teth te da su bien,
te conserva, te abriga,
porque nunca faltará un roto
para un descosido...
y si mi objetividad central se llama el cuerpo,
pobre es mi casa para alojar a todos;
limitado es mi fuego, lenta mi veneración,
opacas aún mis claridades, sediento
estoy de mi principio vivificador.
Pero estoy por un rastro que me indique
la causa final; estoy dejando que la espada
venga y me fulmine y me diga:
«Este es el fin determinado,
el lugar donde quiero que estés,
manso o rebelde, pero honesto, mudo,
oyendo de mi Vau, el ser o el no ser».
Y es por eso que soy así, un exprimido
con espíritu, hasta que salga jugo
o el veneno que me acabe de matar
o disolver en la nada... Sí, sí, rebelde,
subiendo mi roca y cayendo
y levantándome como un Sísifo doliente
que no sabe que Daleth / la Puerta /es abundancia
porque vive miserablemente,
soñando la ancha entrada del Deseo.
Y, aún así, en mí se enroscó la serpiente.
En la existencia elemental me ha mordido;
su lengua está en mis protoplasmas,
rasposa como fuego, rudimentaria como hiedra
aferrándose al puro, jalándome a la puerta
de un jardín, diciendo: Pasa, aquí es el refugio,
aquí es donde Teth te da su bien,
te conserva, te abriga,
porque nunca faltará un roto
para un descosido...
05-12-2006 / Indice: El libro de la amistad y el amor
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