Tuesday, February 03, 2009

14. El misterio del Dolor




14. El misterio del Dolor

El misterio del Dolor es la única pregunta
que te dí por tarea porque sin dolor
no se aprecia la dicha. Sin dolor, vacío
es el reposo. Has investigado suficiente
para que sepas qué significa cuando digo:
«¡Basta!» y tú no aprendíste a oir
cuando te lo dije: te gustan los ojos
que yo no te dí, los oídos del Orejón
que yo no quise que fueras, los dedos
que reclamaron el placer de los sentidos;
la boca que repite el Intelecto de los incrédulos
y los fantochones de la realidad impura.
Como un infiel en la Maya te hallo
con una roca en la espalda,
sisifiando, cuando yo te digo: «Pigmaliona,
es preferible»; pero, el que nace para deshollinar,
deshollina y se da ese oficio y anda
con el tizne hasta en las cuencas de los ojos.

15.

¿Por qué crees que hablo desde la puerta
de la Muerte? ... porque pongo el Dolor
a mirarte, compasivamente.
... porque yo te quiero, más que cualquier
ser vivo que exista por tus predios;
yo te quiero para decirte secretos
y cosas más hermosas que las que te dijeran
los ojos que yo no te dí, te diré
muchas más cosas a tus oídos
que yo no te dí, descreen; te haré tocar
con energías más secretas que el aliento
con olor de tu mundo, porque yo no te dí
el olfato agudo de la zorra,
yo no te dí los colmillos que creíste tener
para vivir sin mí, como una bestia.

16. A Sebastián de Narbona, asaeteado en Roma

Las técnicas de la anatomopolítica y el biopoder se concentran en el
poder del sexo como mecanismo de producción disciplinal del cuerpo y las
regulaciones de poblaciones, así ya la vida está completamente invadida y
gestionada por el poder. Lo inédito y sorprendente es que lo biológico se
refleja en lo político. Los humanos, en función del poder que los rige, se
juegan la vida en la política:
Michel Foucault


Te escrutaron el cuerpo, Sebastián.
Pusieron las miradas fieras y salaces
a lamerlo. Te hurgaron tu santa anatomía:
eras un ser-de-sal y luz en la Tierra.

Con manos represivas tomaron control
de lo tuyo. Tenías vida todavía,
y urgieron: «Sé soldado. Obedece. Calma».

Otros te predicaron la abstinencia
que ellos, tus rivales gratuitos, no desean
(no, para sí). Prefieren tu salud, eficiencia
de huesos. Arcadicus juvenis del Estado.

Te ordenaron: «Ríndete», pero antes al Imperio
dirás todo lo que sabes (ha de ser poco, no importa)
y darás todo lo que puedas; el tapanario, si lo piden.
Sin la estrategia de una vida poderosa,
«ni vives tú ni vivimos nosotros».

«No administres el biopoder en secreto
(ni interpongas las catacumbas a tu obediencia
por impredictibilidad de tu conducta).
Dioclesiano peticiona: regularidad causal
que a todo explique, incuyéndote
como pieza necesaria».

Invocaron los Enemigos de Roma
para procesarte y sospechar
que hablas demasiado y andas de tragaleguas
y visitas enfermos, das limosnas y practicas ayunos.

Desde antes se te espiaría. Tú sin saberlo.
Exigieron que se informe donde vas,
que se dijera con quién dialogas tus placeres
o tus penas. Orejas pegadas a paredes,
ojos asomados a los muros, se interesaron por tí.

... aunque maldigas al Estado Vigilante,
la seguridad biopotentada lo exijió en su momento.
Tú eres imprescindible (no todos son héroes,
Sebastián, no todos). Tú eres uno.
Eres de la Guardia Pretoriana.

Construye, multiplica y distribuye
lo que tengas en las sombras, lo oculto,
y que nos sea conveniente. En tí hay
las utilidades y el prospecto; dínos lo que sepas.
Serán la sal del erario y la luz de tu honra.

«Te necesitamos; en tu juventud está
tu paraíso. Sin esfuerzo podrías
lograr muchos favores del amo; pero...
te pasas de listo, buscando el poder
sobre la muerte, nos quitaste
el poder sobre tu vida»: te informan.

Y no reaccionas. En verdades de Jerusalén
pusíste tu fe; en Atena-Roma, la erinia
que castiga a criminales, tu duro juicio
y el amargo proyecto que se trajo
del Monte de Cafernaúm.

17.

Ahora ya es tarde: muerto no sirves;
pero vivo eres peligroso. Aquel que no entendió
tus palabras y que negaras autoridad al Imperio,
poder al César, te declaró la guerra.

En el imperio, el inútil que no coma.
Al esclavo ocioso que no se lo compense
con limosnas; el enfermo que se apresure
al paso de la Muerte, tragafiel venenosa.

Dijo el Emperador: «Ya no se necesitará
más tus consuelos, criticas al odio».
Con el oficio del soldado, quiere la paz.
Ante el enemigo, no se puede servir
ley y delito juntamente, ¿o Roma o Israel,
o Atenas o Jerusalén? No, en balde:
«Van a cerrar tu boca para siempre».

18.

El poder no puede ser localizado en unainstitución o el Estado. El poder es sólo una relación y, en cuanto está en
todas partes, el sujeto está atravesado por relaciones de poder:
M. Foucault


En una tarde de niebla meona desfilaron
ante tí los amigos del poder. Están en todas partes
y al poder dieron encomio. Contradijíste: «El poder está
en mí y en el Dios Invisible y en el Cristo humano».

«El que no corre vuela», dijeron. Se burlaron.
Ya no tendrás un salario ni ascenso. Ni honras.
Después que abran tu pecho con saetas,
buscarán una cloaca pestilente y echarán tus restos.

Tu sangre brotará como del río del odio
que envenena como Styx al que bebe sus aguas.
Ahora murmuran: vox et praeterea nil,
voz y nada más. Has muerto solo:
nemo proximus aut secundus.

Creen en teorías conspiratorias. Hoy eres
El conspirador; observaste que el Estado
es un ente vacío, que sólo la vida es
un poder aministrable, rico, multiforme.

¡Ay! Sebastián, si el poder es Dios vivo,
¡cuántas gentes engañadas morirán esta noche!
Perseguidas, torturadas, inquiridas serán
bajo la niebla meona y la teoría del Imperio!

19.

Apártalo de la matriz infame que lo ha tragado.
Del nacimiento de la biopolítica, suéltalo.
Desátalo de las mallas del poder. Quedó preso
y si viviera quedaría fragmentado, dócil como siervo.

Devuélvele, Innominable, el derecho a la vida,
a la privacidad, al control de su propias noosferas.
Dále palabra de poder contra aparatos coercitivos
y la perversidad de las normas y la codigrafías.

Rescátalo de las las jerarquías.
Son reinos imperiales
y los Dioclesianos se han multiplicado.

Oro por él, Varón santo, y él quiso la gracia de serlo
y su joven madurez la puso al servicio del mensaje:
Que sea la fe lo que nos lleve a la verdad
y no las vanaglorias del poder embruteciente.

Con palabras de vida conjuremos al Enemigo
(¡Ay, qué duro es perdonarlo (al menos
al que es represor, genocida, caudillo,
ladrón, paranoico, tirano) no entreguemos
la plenitud de nuestras vidas reguladas.

Diversíficanos, Varón santo, con los salmos
del porvenir; antícipanos la dulzura en días
de zozobra y sentimiento; dános la Espada
del Espíritu valiente y el puño expandido
de la verdad airada y la fe militante.

20.

U.S. military officers… wanted nothing more than to kill instantly on comand, without knowing or even wishing to know the reason. All they wanted was to suffocate in themselves and their subordinates, any impulse which would stand in the way of unleashing violence as ordered, in the name of order. There is not to reason why: Samuel P. Huntington

Por veinte satrapías del Imperio, va Samuel
«Dioclesiano» Huntington, newyorkino pagano,
publicista del choque de civilizaciones.
Te busca, Sebastián. No te ha olvidado.

Si te viera, aplicará en tu pueblo lo mismo
que a tí mismo: Mátenlo instantánemente.
Obedezcan. Es una orden. No pregunten.

Tú vivías en un mítico Punto de Occidente.
En las Tierras Altas de Highland Falls,
donde una pizca de Esparta se esparció
en una Roma babilónica: eras pretoriano
sin mínima jactancia: pero la Aacademia
dio forma a tu cuerpo, a tu conducta,
a tus códigos.

La disciplina te enseñó el Deber.
Te dio Seguridad, Cumplimiento;
en comunidad, nos dijíste: «Soy soldado.
Tengo un Estado. Les pertenezco».

Y dimos lo mejor que damos: pocas explicaciones,
las mprescindibles: Todo individuo es perverso.
La razón es limitada y la naturaleza corporal
de la especie es universal e inmutable.
«All men everywhere are the same».

Para subordinar tu voluntad individual
a la existencia de este grupo, a la corporación
antiindividualista de Ejército-y-Estado, te convencieron
de que la mayor virtud es la obediencia ciega,
el regocijo que sigue la irreflexiva rienda del acato.

Defensores del Orden, les llamaron, unos
que pensaron que en conjunto constituyen
la mediocridad organizada. No, Sebastián.
«Tú no eres un genio». Los genios son superfluos,
prescindibles, peligrosos. Mas no creíste:
Preferíste ser «sal» y «luz» de la tierra.

21.


Believe, obey, fight!: Benito Mussolini

The only defense against this Futilitarian syndrome (that breeds
brutalitarianism) is to manufacture myths to promote Fundamentalism spiritualism
and Epic Exemplar demi-gods… The rest of the world is an open arena for this
tremendous conflict for the human souls. The challenge must produce one more for
us a truly epic leadership and the epic response by our democratic world if it
is to be met:
William Yandell Elliot (1896-1979)


Otras veinte satrapías viajó [para buscarte] William
«Dioclesiano» Yandell Elliot, predecesor
durante la Guerra Fría de las políticas estratégicas
de la muerte organizada, el choque de civilizaciones.

Te llamó «futil, genio utópico y anarco».
No estabas con él, en Tennessee, como provocateur
junto a su abuelo, no paseaste con Masones por las calles
más sucias de ese Sur de republicanos radicales,
ni con clubes de KKK se te vio, ni con Templarios,
ni con poetas Fugitivos y Agraristas de Nashville.

Te hicíste perdidizo, Sebastián.
El gurú de los Fugitivos, Sidney Mttron Hirsch,
recomendó tu nombre: «Es soldado y poeta»
y Elliot te esperó como quien espera otro amigo
en la Mesa Redonda, o el inspirado Arturo,
o el eléatico verdadero que, con palabra y acto,
trascienda los tiempos y el espacio.

No pudo creer que evadieras esos grupos.
Y no comieras lotos con aquella aristocracia
que te puso en la manos; Elliot te hubiese salvado
porque cree en los místicos poderes de los idealistas,
prerafaelistas ruskinianos.

Con Yeats enciende velas a las musas.
Con fabianos como Lindsay
se da sus tutorías. De Gran Bretaña llegan
sus aliados poderosos, magos medievales
(que piden Cristos y milagros
en choque contra el materialismo
brutal, futil, colectivista, deshumanizante).

22.

Se convencieron al fin de que quedaste muerto.
Te buscaron sin hallarte. Eras como dijeron:
una cruz y una capilla, dizque un osario
que cada vez se visita y reverencia menos.

Por eso infiero que una cloaca fue
tu tumba ciertamente; por eso en el Palacio Imperial
hay un festejo; Robert «Dioclesiano» Strausz-Hupé
se jacta de que él fue quien acertó el flechazo.
Disparó al corazón la saeta y su veneno.
Pero no fue su mano. «La Mano de Dios
me armó y lo hice. Tuve que hacerlo».

Para Strausz, Napoleón Bonaparte, originador real
de la guerra geopolítica, ha soñado como él
con conquistar a Rusia y el corazón de Eurasia
y allí estuvo Sebastián, ahora peleando contra
demonios que llamaba los Golems, sólo
que su lenguaje se refería los fascistas
y parásitos, los eternos explotadores
sociopáticos de las fementidas,
urdidas, fabricadas, divulgadas
teorías de las conspiraciones.

Strausz-Hupé convirtió a Kissinger
en su copia y criatura y le torció el muslo
y lo llamó Golem y en un Instituto que formó
en el nuevo imperio romano y pretoriano
(FPRI) trajo al Orbis a sus amigastros,
a la élite de los asesinos depravados
(los que se atrevieron a flecharte el pecho
una tarde de lluvia meona
bajo un árbol de yagrumo por testigo).

Lo felicitaron. William Yankell fue el primero
(aún no cree que los primeros Golems
llegan de Harvard; son ingleses de tradición empiricista;
matan con armas de palo; el arco flechero puritano).

Dioclesiano nixócrata autoriza. León Strauss
y Zbigniew Brzezinsky lo instruyen. Kissinger convalida,
y Wolfowitz, Pearle, Donald Rumfeld… festejan. Bailan.
(Hoy, 20 de enero: por fin dicen que te han matado,
Sebastián, o que has muerto. Ya nadie es peligroso.
Te matan y no se acusan ellos.

Siniestros robots, seres sin ser,
(armas que no parecen armas,
almas que nadie ha visto).

1-20-2003

23. Cuando el Nosotros te llame


Prepárate otra vez para cuando te llame.
Sabrás que soy Yo, sin que tengas el yo
con que te orientas; tu «Yo» será mi Nosotros
(ahora no sientes esa unidad inicial,
me has ignorado, me has menospreciado
con los Basta que no obedeces,
porque te gusta vivir por la poesía
de cosas terrenales, de tu rasera biología);
pero la hermosura visual
que más enalteces en el fondo es nada,
no es mi hermosura; la música que oyes
con las orejas de un burro es sonsonete,
el espectro de mi verdadera escala.

Nosotros te dará vibraciones,
en nosotros te besaré con labios
más deliciosos que los que te han mentido
cuando dicen te amo... Si tú supieras,
amigo mío, en que maravilloso mundo
Nosotros es quien despierta
a los que busco después que le doy
la tarea del Dolor.

24. Sísifo

Me imagino a Sísifo no porque ninguno
lo explique de modo que yo entienda;
no porque un cuadro lo ilustre dramáticamente
ni su figura haya quedado inmóvil en bronce,
o mármol. Sísifo es en mí
el héroe y como tal está en castigo,
héroe doliente en medio
de sus Divinos Tronos, o trincheras.

Soy yo el que sube la Cima de la Muerte
con esta roca venenosa, radiactiva de su Cáncer
y creo que cumplo la tarea, día a día
con sus noches y cataplum,
mi roca cae, con ella voy al suelo,
rodando desde alturas y traspatios
(superando peligros, abismos)
que no pensé que agallas y fuerzas
tuviese yo para avanzar hasta ellos.

Me imagino a ese Sísifo
(yo, con esta mochila enormemente ahíta
de miserias, rencores, cretinadas, caprichos,
terquedades; yo con esta mochila
que define al ego acumulante. El recogía basura
de su mundo, quería dar un servicio
este pobre ego / Sísifo mío
y llevar, teja abajo, o cielo arriba, el desperdicio
a donde Tú lo pidas, Deshollinador blakeano,
a donde ustedes lo pidan, mitólogos de la muerte.

El recogía basura que dañara su mundo.
Quería la Humanidad limpia, sin moho:
emociones purificadas quiso, aún las quiere
y por eso, sin amargura, otra vez está en la calle
en la tarea de recoger, de reciclar
(ese ego tentado de bondad quiso
dulzura y limpieza, lealtad, serenidad, unidad,
consensos en libertad, la esperanza,
la voluntad triunfante); el sí fue, o es terco
porque limpió la calle, barrió su zona con sigilo
y formó el cáncer como una bola
más grande que sus ojos
y se la llevó en la espalda cuando crecía
porque sus ojos siempre crecían con los días,
con el desvelo de servir y limpiar
y se llevó el cáncer, más grande ya
que sus dos ojos y más grandes ya
que el Ajna Chakram que es un ojo
que observa el sucio que se esconde
en lo oculto y no se confiesa.

Y el cáncer creció más grande
que el Ajna Chakra y que los ojos mágicos
de los profetas del Ser y todo lo metió
en esa mochila de podredumbre
que es la Roca dura sobre sus lomos heridos.

25.

... y para decir a Dios o a Satán,
allá abajo no queremos ésto,
desperdicios del taller de las angustias,
cascarones del Divino Big Bang
aquí traigo a reciclar los cánceres del mundo;
cáncer que allá, jalda abajo, no queremos;
cáncer que allá, jalda arriba, desterramos.

No traigo nada hoy.
Dios, no traigo nada.
Satán, no traigo nada.
Hoy no pude.

26.

Vamos camino a Occidente,
donde muere el Sol y sus eclipses,
sus fases interrumpidas por lunas de emociones,
sus fases de nubes bajas, su noche.

Ahora déjame ser tu Guía.
Tú muérete de la manera que te diga;
acuérdate que yo te pregunté por el Dolor
y tienes por respuesta: Que el dolor
es pura sociología, el dolor es miseria.
Parto sin auxilio, sin auxilio,
soledad, tristeza.

¡Qué poco sabes del Dolor en mayúscula,
qué poco sobre cómo se estremece el Cosmos
y en el fondo del Origen, el Dolor perturba
y multiplica ondas y gravita! Dulce dolor
que escinde, rompe y rasga, para que exista
Todo, todo en equilibrio,
bueno o malo.

Quieres tu historia todavía, pero,
sin atemporalidad, la historia no tiene luz
ni trascendencia. Es lo que siempre repudias:
golpe bajo, traiciones, ignorancia, violencia,
y ¿cómo pides Luz, hijo de Men,
y de las aguas turbulentas, si no aceptas
de mi Sol, el canto del Dolor con que abro
puertas... En portales de Oriente,
yo controlo el Nosotros, te quito ese cuerpo
de penas, que no es tuyo ni es mío;
en Oriente es donde yo deseco el Arbol
de frutos estériles, sacrifico lo que no deseamos,
detengo el tiempo para que ya no lo veas,
detengo la premura y el ajoro,
doy el Reposo que espera,
el descanso que asienta,
el placer de la Esposa,
tú, conmigo, en éxtasis.

27.

¿Qué quieres hacer de tí, hombre
de mi santa paradoja, que no dejas ir
tu existencia a donde yo la convoco?
La llamo hasta el Nosotros
de la Luz que duerme,
la convoco al Péndulo quieto, silencioso,
atemporalizado, donde ilumino
a quien quiere regresar cuando lo beso.
Tú, forzador del Deseo, ultrajador
de tus horas, sacríficate,
pon tus manos en el asador
porque Nosotros te llama,
pon la soga alrededor de tu cuello
porque debes quedar tieso delante
de los ojos verdaderos de Nosotros,
pon cuchillo a tus venas y derrama
la audacia de tus fermentos,
porque la sangre verdadera fluye
hacia Occidente y va al río mayor
donde se invierte la ruta del que navega
contra la corriente; ven a descansar
con los que se han ahorcado,
ven con Judas, a quien la brisa mueve
desde la rama alta del Cambio,
ven arrepentido como todos los que mueren
por amor y su propia mano les dio el Occidente.
Ven al Arbol de la vida verdadera,
porque tú crees en perfeccionar la historia
sin Mí y yo soy tu Nosotros y conmigo
es que debes regresar al seno acuático
de la Madre-Tierra, al lecho puro
de la Esposa que te doy.

28.

Mira qué es historia verdadera:
Muerte; Nosotros, a tu puerta, nosotros
[los divinos Inmortales] y yo...
con una Rosa Blanca;
yo, feliz de recibirte cuando vayas a Occidente,
donde no se te exige nada.
Ni ese morral con soles penuriosos
(que traes como una ofrenda)...

¿Por qué? ... si Nuestros soles no son polvo
de tu mundo, cristalización de erranzas.
No me traigas basura, Carlos.
Cosas de tu morral no sirven aquí,
son del espacio de la Maya; tristeza, luto,
descomposición, corrupción; los cánceres
que se encierren y dialoguen con su polvo;
pero no aquí, ni por tu medio ni por ninguno
acá no llegan, acá se les obstruye...

No que sea insolente ni malagradecida...
Cuanto traes con tan pesado
esfuerzo sisifesco, tu Roca a la espalda,
tu ofrenda en morral de dolores,
se tira... cataplum. Se te pone una piedra
al pie de tu pisada, y se te dice: «Basta».
No recojas más lamentos
u hojas secas de las eras.
No escribas más.
No llores más por el cochino mundo.
No subas por esa cuesta de Oriente...

¿Es que no has sentido las patadas?
La roca que se desliza al fondo de la cima
cuando crees tú que ya la aseguraste
a mis puertas, cae... despierta y entiéndelo,
mortal, asomáte al final necesario.
No tienes que traer nada.
La muerte es gratis.
Mi presencia es segura.

¿No ves disueltas, esparcidas en éter,
en rastro de aerolitos, cadáveres de emoción
que nos llevaste? Sísifo, cáncer en roca,
es condena que se impone a sí mismo;
no ecos nuestros ni ecos de un eco de otro eco.

29.

¿Has visto que alguno no muera?
Donde la historia de tu eternidad haré
hay Amor Puro; yo y tú no existen.
Somos Nosotros, sin división,
pétalos de una misma rosa blanca.
Cuando aceptas mi rosa, doy un beso
en tu Espíritu y tú despiertas
sin la historia del cáncer humano
y el músculo dolido, tú aceptas en rigor
mis verdaderos Cinco Sentidos
y entras otra vez por Oriente,
con el verdadero Sol que sale,
el que yo doy desde mi útero oculto
en el espacio, delante de la Misericordia
y la Severidad... ¿Has visto que alguno
no muera en el mundo del polvo
y el cáncer, en el mundo histórico-pequeño
donde hablas de Hegel y Marx,
de Schiller y Heidegger?

Pues aquí, hijo de Men y de las aguas turbulentas,
hijo de la Tierra del DesMadre, el Sol que sale
no produce desiertos ni cánceres
para la historia y la piel y bajo el Sol está
el río del Devenir y quien lo navega
va a la Eternidad... En el devenir espectral
de tus ríos, Mara, la amargura, ds como una pandilla
y la Mara Maya va a la Nada, a la cristalización
del espejismo... aquí, donde yo te convoco,
el Mar es el símbolo de la Eternidad
y las orillas, donde te espero,
bordes de la falda dulce de mi piel.

30.

Cuando ya estés conmigo porque en rumbo
de Occidente has caminado, comenzaremos
en verdad la Obra; tú hablarás por Nosotros,
tú ya no serás el yo, hablarás de esencias eternas
[Cambio, Movimiento, Transformación],
destruir será crear porque el Dolor es éso,
movimiento eterno destructor
para que recaudes amor puro,
no la cristalización de la impureza en el polvo,
no la cristalización de la desdicha en el cáncer.

Cuando ya estés conmigo comprenderas
que sin la Muerte no puede haber
nada nuevo en el mundo.

Indice / El Libro de la amistad y el amor


* Si logro sobrevivir, seguiré reciclando.
Echando el dolor del mundo en mi morral de fuego
y llevando este canto, pesada roca, a Dios,
a Ella, a Quien me diga: «Nosotros. Basta».

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