Malká, la madre en los portales

Ser extenso y extenderse
es tan simple como desocultarse.
Salir de los sarmientos, llamarte Madre,
mordisco de la Mará, el Gran Mar.
En tu boca, evamadrearse, Memoria.
Binah / Mujer Vieja / que das
la visión del pesar.

Las peras no pedirlas al olmo.
¿Quién tiene, sino tú,
la pulpa y la semilla,
quién se desbruja en tierra
como causalidad objetiva?

¿Quién que sea burbuja e hilandera
y nos tenga como gota de sed que hilvanara
en redes y parches y células
con el hilo de su aguja
la maternal, gregaria, remota virtud?

La que es pálpito y latido causante
a la oreja que escucha en el origen
y aprende a gritar, por la leche social
con sed de tribu, quien enseña a extenderse,
¿quién sino tú, madre?

Tú, la raíz, el óvulo necesario,
las concatenaciones intrísecas,
el beso del conexo, tú originadora
de la súbita exterioridad,
y quien heredas el proceso.

La consciencia no es anterior
a la Naturaleza aunque batas la masa
y produzcas el pan. Todo está en tu guiso.
¡Madre! Aimá, en el tercer sendero,
Malká de los chacras mundanos,
esfera de los elementos.
portal de la muerte,
portal de la sombra de la muerte,
portal de lágrimas, portal de justicia,
portal de oración, portal
de la hija de los poderosos.
portal del jardín del Edén.

05-15-1980 / Indice: El libro de la amistad y el amor

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