Tendrás que hacerte hombre
o el beso espartano
o el beso espartano
... la madre es la institucionalización de lo sagrado, pero, al mismo tiempo, todas las desobediencias se establecen contra ella: ¡La madre es el rostro del dictador! A ella tiene que enfrentarse el revolucionario. Ella es toda la clase, toda la moral, todo el amparo. La madre es la reacción. La madre
es el status quo: Iván Silén, en: El llanto de las ninfómanas
Un beso calculado fue su herencia
y la fría noche del adiós.
Rumbo a la madrugada, las madres
dijeron, a boca de jarro, al unísono:
Tendrás que ser un hombre,
pero en la UFOria uránica
a los pies de la cueva sin soles verdaderos,
con apenas sus juguetes en la fantasía,
él seguía siendo un niño,
el niño sin sustento.
Un beso espartano bendijo su frente;
rodó hasta sus mejillas
como ósculo traidor a las estrellas.
Al final, el abrazo de Minerva
descolgó la despedida.
Quiero que seas frugal, valiente,
autocentrado, heroico, hijo;
perfecciona la estricta disciplina.
Y Minerva / Hera / Dios
y el mundo, ser-social,
pues añadieron: ¡Vete!
Toma este escudo, llévalo a la batalla
y, a tu regreso, tráelo o no vuelvas.
Y obedeció, al parecer,
como perro espartano del reposo,
beatuco, rezandero, inmutable
y lo vieron regresar; él, sí, regresó
(y el escudo goteó sangre a su paso)
sangre de Corea y de Vietnam,
de Camboya y de Laos,
de Panamá y la Dominicana...
Y, a su regreso, se colocó
como pilastra, tiesa, muda,
y en la columna del Templo de Erectón,
como cariátide, él fue lo que pidieran:
sordo ornato, trofeo de Truman,
presea del nixoncidio,
medalla congresional de valentía,
veterano.
Quedó enhiesto y con buena capa
se le cubrieron los hombros,
pero sentía el frío, el beso, la jornada...
y beatón y tuno, todo uno, fue
quien todo lo sufre, lo calla
y lo encubre. Vil matrero,
el definido heroico...
conjurado...
II.
El héroe del Templo de Erectón
es iluso idiota, ilotizado,
esclavo en su semilla, sin futuro.
Un bebedor de luz, ebrio en el alma,
libre por decreto en la razón,
esclavo de facto por indolencia frágil.
Una baya sostuvo su doria externalidad,
burla en las cariátides; pero, adentro...
sí, adentro, muy adentro,
comenzó a sentirse humillado,
escindido,
esquizofrénico.
El héroe fue el hueso del coxal,
misterio saliente de cadera, danzó
cierto progreso acelerado, suicida,
al que no pudo expresar,
sin movimiento,
sin saltar al vacío
y buscar lo perdido.
Un mítopoema que era suyo,
intransferible, absurdo.
Quiso hablar
sobre bellezas y maravillas naturales:
hombres y tierras, óvulo, aguas,
diversidad que es el Todo,
plural y promisorio...
pero él estaba tieso
por causa de obediencia
al pie de las columnas del Imperio.
14-02-1990 / Memorias de la contracultura: Indice
Los Baby Boomers
Los Baby Boomers han crecido.
Ya tienen sus pies muy polvorientos.
El viento estercoló sus uñas con su mugre
y sus manos se van despegando
de los muros, desde grietas de gozos,
y restingas de imparables rebeliones.
A punto de caer ya están sus cuerpos
que cuelgan, o yacen, fermentándose,
tan históricamente en el Soluto
que necesariamente se exorcisan.
Todo comenzó como su juego.
Un inocente juego, una vil alegría...
El misterio saliente de cadera, la ruptura,
fue ligarse a Afrodita, atreverse...
¡Qué imprudencia, erimanto!
Se erizó él bajo un manto de hermosura.
(¡Qué bellas son las niñas que se bañan
en cueras; qué bellos son los ángeles
de carne, las hembras que dejan su uniforme
y se desvisten y se ponen una flor
en sus cabezas, ay, las Niñas de Paz y Amor
que gritan por las calles con el alma
tan desnuda como el cuerpo;
¡Sexo sí, guerra no!).
Vayamos a ese cingulum,
en cinga, cingulemos...
14-02-1990 / Memorias de la contracultura: Indice
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El libro de la guerra / Memorias / Las zonas del carácter: Indice
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