Monday, December 15, 2008

El escarmiento / La última cena


... the transforming of the universe by the individual perceiving and suffering sensibility: Marcel Proust

El quisiera vivir toda la vida
para dar a los Abram de su comarca,
a los herederos del sol,
las manos de attar,
la esencia de las rosas.
El quisiera llevar los rayos de luna
a la tierra astral y vital de las sodomas,
pero no será de ese modo.

Lo besará la muerte.
Evitarán a golpe de traiciones
la bondad de todos los milagros.

Desde una cena, le tenderán una celada
con pan de levadura.
Y con vinagre, en vez de vino,
restregarán su boca.

Lo crucificará un paradigmático suicidio
en nombre de la Historia que maldice a sus poetas
y atropella a sus profetas más hambrientos.

El escuchó a Eliseo, temeroso de los siros,
y protegió a Ezequías contra Senaquerib.
El dio a Agur la moderación de sus deseos.
Estuvo en la paciencia de Job
y fue en la lealtad de Peniel para Jacob.
Al suplantador bendijo con una paradoja.
Premió a la viuda inoportuna por su perseverancia.
Fue carpintero entre los humildes
y pescador de almas perdidas
y pastor y zapatero y exorcisó
cada tipo de naufragio y limbo tenebroso.

... pero lo van a colgar entre ladrones
porque se atreve a llamarse a sí mismo
el Cristo, Hijo del Hombre,
Dios hecho carne, primogénito
de la creación, pan de vida.

El desafió a los escribas
y a los sabios autojustificados en santidad
les llamó sepulcros, ciegos de grandes ciencias,
baturros, chantajistas, cagatintas, embusteros.
El cambió los esquemas a los ortodoxos.
Por eso tendrá su última cena.

No volverá a comer del shabat de la alabanza
entre los vivos ni probará los vinos la sustancia del deleite
con sufridos y golpeados.
No darán a que él pruebe ni sopas de lentejas.
Ni un mendrugo; antes le cortarían la lengua
o sacarían de cuajo sus dientes;
son capaces de hacerlo.

A su muerte se nombra el Escarmiento,
el Calvario, el Nuevo Orden protectivo
para que otros no se atrevan a imitarlo.


Las zonas del carácter: Indice


La última cena

Si usted quiere tener su última cena
o ser suicida, en sentido crístico y sublime,
si la fama y la prebenda
y la cuenta de banco y su prestigio en magazines,
muy citado, es lo de menos para usted,
si quiere su calvario,
sea sincero ante su apostolado.

¡Hable sin miedo! Atrévase a ser
el último antes que el primero.
El mundo está ya abarrotado con muchos
billies (grahams), jimmies swaggarts,
gente que inaugura a presidentes
y consultan a cada instante la venta de boletos,
el mundo está muy lleno de tembladores
y mayorías morales, virtud acartonada,
ministros con amantes y secretarias, putarracas,
escritores de religionismo y bazofiadas
metafísico-iluminadas, milagreros
que con bribonas chantajistas cingan
(se van a gozarse y a reirse a escondidas
en lo secreto de santuarios y moteles),
que no hacen falta más de ellos.

No sea uno más.
Muera para ese mundo vano.
Sea mejor un salvador auténtico.
Defienda a desahuciados, marche en las calles
como un vil comunista de los viejos,
váyase a Guatemala y vea 36 años
de matanza fratricida,
financiada con dinero americano.
Vaya a Chile y sea testigo de Allende asesinado
y con él, la democracia verdadera.
Vaya y escupa a generales, predíqueles.
Son mataindios, torturadores, matoides
y demónicos capos de la droga...

Fíltrese por túneles, vaya a Tijuana.
Sufra entre indocumentados.
Cruce el desierto y lleve agua.
Recoja osamentas secas
de niños y mujeres, pollos abandonados.

Mire a los rostro de las madres de desaparecidos,
a esposas de abandonados, a herederas de dolor.
Limpie las mejillas de ellas,
aún lloran en la Plaza de Mayo,
Aún están vacías sus alacenas.
Vea a los niños de las calles
(saciados de thinner en las alcantarillas),
pero hambrientos, huérfanos, maltratados...
Confirme cómo están las prisiones:
llenas de juventud traicionada, cholos,
negros, golfos de una pobreza que desafía
todos los rezos de los blancos y piadosos.

Vea que no es fácil vivir con el salario mínimo
y pasarse la vida refraseando versículos,
con un placer vacío que, en el fondo,
no tiene certidumbre ni agonía.
Los papagallos rezan y los venados saltan
por el mismo motivo que ellos.

Ante esos payasos del púlpito, no se hinque.
A sus generosos sueldos y grandes movimientos,
the revivals
no contribuya más ni con centavos.
Están impecablemente vestidos y apantallan,
pero son cizaña chapucera,
filfa, levadura, sepulcros blanqueados,
hedientes en su fondo interno.


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