Monday, November 03, 2008

Convocatoria a los guerreros del presente

Y parece innecesaria esta proclama.
Invitación a la cita. Sabemos que llegarán, guerreros.
Ustedes se conocen entre ustedes, son afines.
Están calificados. Aquí, en Convocatoria,
sólo se dice: Vengan.

Desde siempre la lucha los espera
y, desde siempre, han estado en la batalla.
Sus enemigos alegan:
No son soldados, no ultrajan,
no saben abatir, ni humillar ni matar a las gentes.
No se atrevan a quemar, no producen escombros.
No son temibles. No son corajudos. Desalmados.
Fácilmente serán aniquilados, castigados,
oprimidos, arrasados por fuego.


Déjenlos que crean esa mentira.
Ellos mismos se engañan. Simplemente,
traigan sus armas de rutina y vengan.

Aquí sólo basta que indique
hora, lugar para reunirlos.
Y parece innecesaria esta proclama.
Convocamos la cita.
Es cualquier punto del mundo.
Es el corazón humano.

No hace falta que indiquemos quiénes son
los adversarios. Ustedes les conocen
y observan cómo atacan a diario.
Les han reprobado sus mañas
y han sabido combatirlos.

Quienes les han tildado como inadecuados,
débiles, cobardes, insignificantes adversarios,
de veras que no les saben sus virtudes,
de veras que no han visto su heroísmo;
pero vamos a reescribir la Gran Proclama
y festejar, con Gran Convocatoria, la victoria.

Los agresores emocionales no duran para siempre.
Son verdaderos cobardes, traicioneros del hombre.
Su violencia no tiene sentido, no la motiva
más razón que provocar el daño al inocente,
a quien jamás les ha ofendido.

Ya están previamente heridos.
Ellos mismos se hieren; ellos mismos
que nunca se perdonan; ellos mismos
a quienes nadie los sana.
La venganza es su calvario
y su autocastigo.

Por su agresión instrumental, los violentos
se muestran presurosos; son pendencieros
que quieren algo a cambio. No tengamos
otra cosa que lástima
por ellos.

Castígalos tú con amor, o con distancia.
Sólo así son vencidos. Olvídalos porque,
tarde o temprano, de su propia agresión
es que serán las víctimas
y con sus instrumentos
de ira, castigados.

No provoques a nadie, Buen Guerrero.
Cuídate de la agresión proyectiva.
Son provocadores, quienes no saben
quien fue el que produjo el daño que les duele;
En búsqueda permanente están de los culpables
y su desdicha la proyectan sobre otros.

Deja que destruyan su mundo;
defiende, sin embargo, lo que es tuyo.
No los imites. No seas un iracundo como ellos.
Mala es la agresión proyectiva, malo es ser
cómplice como agresor pasivo.

Ten consciencia y esquívales
y ven al Gran Festejo.
Tu victoria, tu paz, tu armonía, tu lugar
entre iguales, amorosos.


02-09-1989 /
El Libro de la Guerra
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