El quería ser un héroe.
Dijo que amaba la patria.
No tuvo más símbolo de virtud que su bandera.
El se sentía valiente y al servicio en la armada
no lo medirá por el tamaño del pene.
Es el corazón el que enardece:
«Quiero servirte, país. Batallaré
donde me digas. Hay peligro.
Obedeceré en cada rango; seré valiente».
Pero él es transexual. Ya no tenía ni testículos.
Su pene fue extirpado. Lo quiso de ese modo.
Cambió de género. Entonces, le dijeron:
«Inapto, inservible. Imposible».
El héroe transexual era un huracán de enojo.
«No es el falo lo que será mi rifle;
no son mis cojones lo que serán mis balas».
¡Pero no fue admitido! El no puede ser héroe.
2.
Sí. A su lado también prostestaba
uno sin la altura suficiente. Es un enano.
E informaron, con aspereza, lo mismo:
«Usted es inelegible». Razón: achondroplasia.
¿Padece usted de alguna otra insuficiencia genética?
«Porque sepa usted: el soldado sordo, o medio sordo,
poco nos sirve; el cegato, o el bizco, mucho menos».
En fin que será inadmisible que haya alguno,
por más heroe que se pinte, aquí con deficiencia hereditaria.
La guerra clama por salud: la ofrenda
que sea el más joven y hermoso; la guerra
es lujuriosa con la sangre. La guerra es
para el varón en bruto. Valiente le significa macho.
Es ramera que morderá los cuerpos de gran talla
y su placer medirá en tamaños de cuerpos fornicarios.
La Armada no puede ser el imán de las miserias,
ni las habilidades congénitas, ya heredadas.
Es que no se está por pagar beneficios y pensiones
al imbécil, al sordo, al ciego, al defectuoso.
«Hay muy buenas razones, obviamente,
en nuestro ejército, para justificar:
our genetic discrimination».
22-02-1992 / El libro de la guerra
___
Dossier de Carlos López Dzur / Cuaderno de amor a Haití / Codornos y coscuros / La Naranja
* * *
No comments:
Post a Comment