Monday, November 24, 2008

De la lucha por el alimento

Dicen los que meditan en el origen
de las cosas (y de veras, yo lo creo)
que la materia es infinita y fue engendrada
por un huevo y a mí, que todo me parece misterioso,
al razonar lo acepto. Tiene que ser así:
existe un huevo de Brahma o de Nyx todavía.

También pienso que los huevos son el símbolo
del mundo y que alguien se come el mundo
y lo vomita luego. Los huevos han surgido
para ser inmortales y si usted me dice
que igual que el huevo es la granada
(a mí que todo me parece misterioso,
pudiera decir mágico), voy y bendigo
al árbol de granados, en adición
bendigo los huevos y aquel que los recoge,
se los come, los digiere y procesa,
y nos los da de nuevo.

Hoy me levante casi mago, me lavé
la boca con los mitos y me comí una granada;
desayuné unos huevos y bendije
con mi tonto canto, al parecer este texto:
las rojas granadas que en Roma se creyeron
que dan fertilidad, producen afrodisía,
y que las niñas si las ponen en sus senos
se vuelven adorables, se preñan, se enamoran.

En Grecia fueron un ritual previo a las bodas
(hasta fe inspiraba la recogida de granadas
del suelo) y los filósofos antiguos alegaban:
con una granada se conoce el misterio,
la unicidad de lo múltiple; las granadas
son como el huevo del origen,
contienen la vida natural de todo lo que existe.

¡Son tantas las semillas que en su interior
éstas tienen que si las cuentas se vuelven
un narcótico, un estupefaciente!
te integras al misterio, te entumes
en delicias infernales...

¿No apresó el rey del Hades a Perséfone
por sólo darle una granada, no cautivó
su alma al ofrecerle un narciso?
Todo lo que contenga la vida de la naturaleza entera,
si no tiene forma de granada, de narciso o de huevo,
no induce a pensar nada, no te integra al misterio.

Hay dos cosas que me gustan cuando yo desayuno:
meditar con el aroma adormeciente, delicioso,
mi narkissós, que se llama flor del narciso,
y comer del pan que llamo Huevo de Brahma,
o Nyx, huracán de la noche,
pájaro de alas negras que me puja
como un huevo para yo sea erótico,
atrayente, y abanique mis alas de oro.

Sin invocarlos... me siento
como un Dioniso desmembrado;
así que tengo que, como el Phanes
que lo ilumina todo, sentir que alguien
me traga en la Unidad de lo múltiple.
Urjo que medite sobre el huevo,
el narciso y las granadas.
Y esta es mi lucha diaria por el alimento.


07-09-2004 /
El libro de la guerra
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