Simplifiquemos.
Todas estas palabras, esta red tejida de mis tantras,
son profecía de un amor posible, el fin de la violencia.
Hay que hablar de la guerra, hasta en los versos,
hay que filosofarla, freírla en la condena,
para que la paz sea alimento y se entienda
en su sabor caliente. La paz que aquí se simplifica
viene de un proceso, no siempre paulatino, de guerrilla.
La violencia ha sido, largamente, nuestro pan cotidiano.
Pero ya es tiempo. Todo condujo a que esté
clara la idea. No hay regocijo si se está en guerra
por el gusto de obstruir el gozo, la paz que es el sábado
de gloria y el Shekinah, lo divino en la tierra.
La guerra larga no purifica nada; instruye en los extremos,
fortalece el terrorismo, se ensaña con los débiles.
Simplifiquemos.
Estas guerras perpetuan el atropello.
Desgastan, fortalecen al enemigo hipócrita,
escondido, al provocador, al iniciante voraz
que a todos burla y maneja como Gran Titiritero.
09-20-2000 / El libro de la guerra
___
Cuaderno de amor a Haití: Indice / Indice: Heideggerianas / El pueblo en sombras: San Sebastián del Pepino / Tráfico humano, esclavitud y coyotes en California
* * *
/
Thursday, November 20, 2008
El Gran Titiritero
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
1 comment:
Muy bueno!
Me alivia que existan algunos seres que no sean indiferentes a la injusticia de los soberbios amos, "los perennes miserables"
Gracias por estar
cariños
Beatriz
Post a Comment