Thursday, November 06, 2008

El rival chino

«China es el país más importante del planeta»:
Revista Forbes, Febrero 2008

«Pekín no está interesado en iniciar un enfrentamiento estratégico con Estados Unidos, sino que sigue una cautelosa política internacional que persigue su fortalecimiento económico, para lo que necesita relaciones pacíficas y no tensiones internacionales y guerras, aunque no descuide por ello las necesidades defensivas del país»: Stockholm International Peace Research Institute, SIPRI, 2007


Ciertamente, a los políticos gringos les gusta
el peor tipo de guerra, una que lastima más y desprestigia,
la bronca sucia, lo que no quiere decir que se renuncia
a la bronca fría, a la amenaza siquitrillada, silenciosa.
Es que son unos tozudos mentirosos.
Se engañan a ellos mismos por la importancia
de un salario; o sucesivos dividendos.

Por el lucro, entre bambalinas, traicionan al país
y se jactan del patriotismo y el orden democrático
(con que se limpian el trasero; los diplomáticos
son espumosos, huele-pegas, alucinan y junto
a los industriales de sus corporaciones mercantilizan
como a celebridades a gente que tuvo / tiene poder,
pero escasos principios, gente que hizo huecas
las palabras). El patriotismo de ese estilo entonces
sirve para cualquier motivo, la sucia diplomacia,
o la guerra sucia y bronca fría que es lo mismo.

Por esta razón, los chinos le comen el mandado.
Los están aventajando. La moneda, los dólares,
entre chinos, les sabe más sabrosa; a ellos les da paz
el trabajo. Al gringo no. Ya no se sabe por qué se sufre más
en Norteamérica, si por tenerlo o no tenerlo.

El mayor banco del mundo es ICBC, de China.
No hay nación que tenga más reservas de divisas.
Superan a Alemania con sus exportaciones.
Petrochina es la mayor corporación del globo.

Por esto se asoma, intranquilamente, la hostilidad
de América en Casa Blanca, el Congreso, el Pentágono.
Tenemos en USA los 'think tank' conservadores,
llenos de envidia y recelo; la propuesta es que ya es tiempo
de ir y matar unos pocos; los analistas listos, insinúan
que lo mejor es ir y robarles, engañarlc con promesas,
porque son muchos chinos
(y aunque el país sea comunista, matarlos es suicidarse,
poco a poco, en los conteo de guerra).

Es que China, además,
tiene a Chinamobile, la mayor empresa telefónica
del mundo, tiene más internautas que la mitad del mercado,
fabrica más televisores planos y ordenadores,
que el Primer Mundo
y en todo va siendo el puntal,
pésele o no a Occidente.

Del chino que ya no se diga que es mero lavaplatos.
Lavanderos los chinos de los EE.UU.
China gradua a más de 4 millones de profesionales
año con año y la imagen del chino no es la del bobo,
apendejado y ceremonioso, aquel que vino, cuasi esclavo,
cuando San Francisco comenzó a construir ferrocarriles,
motivado por la Fiebre de Oro. El chino, ya facha tiene
de sofisticado ejecutivo, y sigue hablando poco.

Parece hacerlo con números y cálculos.
Es el cyberpunk por excelencia
y sigue dando patadas con las artes marciales
y artes del espíritu, sentencioso, del Tao.

El secreto de ese altísimo crecimiento anual de su PIB
es disciplina que en EE.UU. parece inalcanzable.
No obstante, el diplomático sigue urdiendo cómo echar miedo
con ellos, los otros; cómo hacer de la mentira
patriotismo lucrativo; cómo ganarse el pan
filosofando mierda en torno a cómo
se abastece Pekín de recursos energéticos,
porque quisiera que su gigantesca población
viviese hambreada, como en tiempos del coloniaje
y el Imperio Británico.

Pero ésta es otra China y otros tiempos,
pese a que se insiste que tiene relaciones
con países que violan los derechos humanos.

Una de las mentiras necesarias es que apoya
a terroristas internacionales,
que anima el que proliferen armas nucleares...
y el burro que habla de orejas
con estas falsedades se entretiene
y el gringo bobo, electorero, se peda.
Enardece de homofobia, sufre, se angustia
y cree el cuento de la Amenaza Militar
que, sigilosamente, viene por causa de ese amarillo,
odioso, fornicario chino, de ojillos oblicuos,
que ha superpoblado el mundo.

Pero esta hipocresía, no es nueva.
Es la retrógrada y anacrónica manía
de un mal vecino, planetario, aficionado a mentir
y jugar rudo, con lo que mejor aprendiera,
la bronca sucia, una que no renuncia
a la bronca fría, a la amenaza siquitrillada, silenciosa.

Es verdad. China sigue siendo comunista.
Dentro del régimen está haciendo milagros.
Quien más complicidad tiene con las feroces dictaduras
es el gringo con Arabia, quien más apoyo da
a muyahidin terroristas iraníes, es el gringo,
quien invade, saquea, mata civiles en Iraq,
el gringo, no el chino, quien anima y acepta
el aumento de los arsenales atómicos
por Israel o Pakistán, el gringo.

Entonces, ¿para qué tanta muina y algazara,
para qué nos sirve ese plantel de asesores diplomáticos
y ese Departamento de Estado, cuya único aporte
al patriotismo es desinformarlo, envilecerlo,
utilizarlo como papel higiénico en sus rosados culos?

El rival chino [y ojalá que Obama, así lo entienda]
no tiene tiempo para guerras ni para las frívolas cosas
que le achaca este imperio; su tarea
es querer el desarrollo, autoabastecerse, dejar
de estar vendiendo bagatelas, taiwaniando.

Con sacrificios, entra en el siglo XXI
y se prepara. No en balde exporta bienes de alta tecnología,
cumple con sus obligaciones. Busca alianzas.

A más críticas, China se afana en vivir en paz,
en buscar su progreso.
Es que no puede evitarlo: el cereal cuesta,
son muchos chinos y, desde lado tan poco solidario,
mentiras y enemigos. Provocadores y envidiosos.

02-08-2007 /
El libro de la guerra

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Dossier de Carlos López Dzur / Cuaderno de amor a Haití / Codornos y coscuros / La Naranja

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