A ellos, en verdad, les bendigo.
Por escépticos e inocentes.
Saben elegir su distancia, suspender el juicio.
Hay los que se cortan las cuerdas vocales
y viven tan callados como una tapia sorda y muda.
De ellos aprendo lo difícil que es combatir
las apariencias y decir si es más cierta, más falsa,
mejor o peor esta guerra de imágenes que atacan,
esta revolución de palabras, este terrorismo
de hechos y voluntades que estrangulan.
No. A ellos, los bendigo y doy gracias
por no hacer densas inquietudes ni agitar
las burbujas que me ciegan los ojos
y me patean el vientre hasta que me ensordezco
con mis propios gritos soterrados.
Hoy quisiera salir y saludarlos
en nombre de cada epojé que pongo
en pausa cuando más sediento estoy
de la verdad o la venganza; o necesito
un poco de consuelo y voy a preguntar,
o inquirir, auque no quiera...
¿cómo puedo yo estar tranquilo cuando otros,
que no son como ellos, ataráxicos, skeptikós,
van e invaden mi contorno, me queman la casa
después de vaciar mis alacenas,
ultrajar a los seres que amo y dejarme vivo
y ofendido, para que vea el atropello?
09-19-1990 / El libro de la guerra
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Introducción: Generación del '70 / Memorial Days / Berkeley y yo / Indice: Heideggerianas / Gaceta Literaria Virtual / Aromito / Broken Promises, Broken Laws, a Broken People / Dossier de Carlos López Dzur / Cuaderno de amor a Haití / Codornos y coscuros / Alfio
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