«En la búsqueda de la Sabiduría la primera etapa es el silencio, la segunda la escucha, la tercera la memoria, la cuarta la práctica y la quinta la enseñanza»: Rabí Salomób Ibn Gabirol. España. Siglo XII.
Entristezco por ti y te doy el nombre verdadero.
Te trajo tu propio impulso destructivo,
intensidad peligrosa, maníaca, que ninguno
ha pedido; no eres hijo todavía
del Jashmal. Ciegos son tus ojos para la luz
que de la Fuente mana, más allá de tiempo
y del espacio, energía de la unicidad
que se vive en el cósmico Silencio, aún no
en el Habla. Esta es la sumisión,
el Gran Cállate, peregrino.
Jash es la palabra de pase, gusano
de Jacob, heredero de Ajab, desobediente
del Jash, el silencio.
2.
Esto eres, inmigrante, nómada,
pero aún no peregrino.
Eres un vagabundo improvisado.
Un ser perdido, animal sumado a la manada.
Miro tus pies llagados, roto el zurrón,
el bordón raído, la pera mordida
por gusanos, seca, sin jugo.
En tu pobreza, en las entretelas
de tu habitus, no hay delicia
ni gratitud ni gozo; y escucho,
yo sí escucho la clara acusación
que me oculta tu labio:
«Dura penitencia me díste».
Pero, ¿quién te dio penitencia?
¿De qué me hablas si fuiste tú,
simiente de Ajab, quien eligió la hija
de Itobaal, ruidosa jezabeel de las consignas,
alharaquienta y campanuda guarra
de las ceremonias, ferozmente tribal
para el nominalismo y el tabú?
Con ella, has adorando sus baales en la noche.
Cómplice has sido de que asesine mis profetas de día.
Tú no amas la guerra, pero la consientes;
no amas el robo, pero si te beneficia
admites la porción con ventaja secreta.
Normalidad adjudicas a poses que sólo en la prensa
legítiman las señas de piedad, arrepentimiento
y buen sentido, aunque sepas cuán venenosas
y mentidas son; como fingidos orgasmos
en la cama con ramera a quien se paga
con ofrenda sus lujurias y aún discute.
... así es tu amor, sin humedades,
sin espíritu, seco como los desiertos
que te separan del Norte, sin hondas, delicadas,
mudas emociones. Como el alma que vaga
hacia el Valle de Cisón, así es tu peregrinaje:
porque vas hiriéndote tú mismo con la espada,
pidiendo fuego para una leña que no arderá
pues holocausto es que no se te ha pedido...
3.
... y mira qué bueno es quien me ha enviado.
Por acto de reparación, quiere tu amor
en forma de silencio; es lo único que ha querido
de tí. Que escuches, que te acerques
y no hables sobre amor si no sabes
y mala mujer escogiste, Novia infiel
como animal ingrato.
Tú, espiritualmente cornudo, en desamparo,
no vengas a mi lugar sagrado.
Te llamaré cuando sea el día
para que no sufras innecesariamente.
Con Jezabeel, eres tú el mayor amigo
de sus deslealtades. Ella fornica con ídolos:
el lujo del consumo, el orgasmo bipolar
del chisme, la vengaza, la boca que despacha
su voz de discordancia, con los labios publicitarios
del lipstick y las cejas levantadas con el hito
de divas de gran pose y aplaudidos esplendores.
Se adorna con lujurias y vas por su animal encanto
y burla el alma gemela que se te dio
en el principio; tú eres la causa de violencia.
Te has depravado con sexo, con deseos
que no son Mi Secreto, ni mi Palabra.
No, nadie dijo: Lejá Dodí (ve, Mi amado,
que se te espera), al Aquelarre
nadie te ha llamado todavía.
No, no. Llorón de marras, ¿quién te dijo
que mi aquelarre clama por los que no son
endulzados, previamente, repartidos, asignados
para que tengan este secreto
en las sendas del Otero y sea Claror
de su alma? ¿Quién te dijo que el templo
es algo en el tiempo, en el espacio,
cuando en el profundo éter del Akasha
lo edificó el Creador para quien oye,
.... aún digo, falso peregrino:
«Calla, calla».
08-11-2000 / Indice: El libro de la amistad y el amor
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