Para Aragón en España, tengo yo en mi corazón
un lugar, todo Aragón, franco, fiero, fiel, sin saña:
José Martí (1853-1895)
Para que no te llenes de odio,
paladín y, en cambio, digas las cosa que bendicen
en las lamas lupestres del manglar del traidor
como un destello de luz mi ojo parpadea,
mi ojo de Ayín, en un portal del cielo
echado en vertical sobre tu mundo.
Mi ojo que da la temperancia de Nun,
mi ojo que es Teth en la serpiente del Tiempo.
Déjame a mí abrir los ojos de tu alma.
Te llevaré a Aragón, a Zaragoza, a París.
Destellos de hombres buenos, como Mendive,
te los haré conocer, Virtuosas Mujeres
te darán su brajá,
Blanca de Montalvo, de Aragón,
y en la Calle Platería, en Zaragoza,
se dirá: Aquí vivió Martí, el libertador.
A Víctor Hugo estrecharás la mano;
él te dirá Amigo mío, Augusto Vacquerie,
desde París, destellará con gozo de tu oir
con convencido acento: Este es mi hermano cubano
y la actriz Sarah Bernhardt, eres tú varón dulce
como un apóstol santo...
... porque, pequeño Tzaddi, como ojos de Ayin
se abren, desde el alma, los que aman...
¿Quién eres si no mi conjunción?
¿qué puedo sino cuento contigo?
Con Vav de amor que conexiones te pido,
yo que sé sobre tu dolor en cautiverio
y los trabajos forzado y tu asma
y tus tobillos lastimados para siempre.
Lo que escribes en la carta al temeroso,
al agadayado, lo leí; el pulso feroz,
que te dio la desafiante petulancia
de maldecir a Carlos de Castro y Castro.
«Traidor, vendepatria en facha de calabobos
que en llovizna de amargura, te mueras,
mal condiscípulo de la libertad»...
Paciencia, José, quien se ha enlistado
en el ejército represor su pago tendrá
y lo humillarán sus propios hechos.
No lo maldigas tú, porque te necesito
entre los que bendicen y poder
tu palabra tendrá más allá de las cadenas.
Semilla de Valencia fue hasta tu mismo padre,
don Mariano, sargento de Artilleros
de la Guardia Real, y juez pedáneo y capitán,
¿qué? ¿odiarás a tu padre por ello?
¿Odiarás a Valencia o Tenerife
o Madrid? ... ya no tienes 17 años,
voy a circuncidar el mal de tus pasiones.
Para bendicirte, hijo de Trueno,
abriré mi providencia, el ojo de Ayín.
Tú vas a hablar de Nuestra América
y vas a descubrir que el amor se esparce
por España, pese a esos pocos
remeros del Caos, los malos secuaces
del Apophis sobre el Mar Atlántico.
06-12-2006 / Indice: El libro de la amistad y el amor
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Sunday, March 08, 2009
Bendición al amigo José
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