Cuando hablo con el Yo,
al que en Tí me da identidad profunda,
me miro en tu espejo, te imito como si no tuviera
máscara que me oculte, te veo en inicial
tú a tú, que siempre es nuevo, porque es eterno,
remoto, y tu Yo se hace Mío, desdoblamiento sicológico
donde Tu Grande Otro es Jarra vaciada de Tu Yo
en mi pequeño intrasiquismo de Vasija.
La percepción viva de mi unidad de cuerpo
y lo total manifestado que me díste
por primera vez tengo.
... pero hay espejos falsos en los laberintos,
en los palacios de las hachas que nos tumban
el lonco; hay otros espejos, Progenitor ausente,
con imágenes virtuales y enfermizas,
imaginarios infernales, que son máscaras,
totémicas máscaras que niegan lo que soy
en el Espejo puro, Tu Espejo... es cuando me asignan el clan,
la manada, la familia artificial de apropiadores
que adscriben su apellido y enlace de sujeto
y pertenenecia en mí hasta que me corrompen.
Me olvido en la deformación de los prejuicios.
Me desfiguro, me despercato.
Significantes agregan a mi nombre y al tuyo
(mi Espíritu, asignado por Tu boca),.
Me inautentizo entonces.
Quiebran mi espejo puro, tu subjetividad
es negada y mi pequeño Yo se queda sin proyecto.
Para que pertenezca a ellos, sustitutos me dan
de Tí. Contra el Padre Oculto, ser ausente, conspiran.
Máscara, pervertidora, riesgosa, me visten.
Con intrusos símbolos apañan lo real.
Y te llaman Padre Muerto,
el que no existe más, la Nada.
03-12-2004 / Indice: El libro de la amistad y el amor
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