La esfinge en el espejo

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El que va camino hacia la Fosa
una que otra vez es tentado por La Esfinge
(más vale que él tenga unas respuestas
validantes porque la Esfinge es su vida,
su cuerpo, su máscara, su espejo).

Y a la fosa vamos, pero no hay tener prisa.
A veces es mejor evitar la colina,
esquivar a las sombras. Dejar que pase
en cuatro pies, hacia todas las latitudes,
la mañana, la tarde en sus dos pies,
la noche en la tercera magnitud
del horario.

A veces se vale
ser serpiente y enroscarse a los árboles
y no dejar que el cuerpo sea como un perro
alado, si nació para los huesos
de la superficie.

Este hombre si pudo esquivar
esa monstruosa irrupción de lo Dado,
esa muerte en las puertas de Corinto,
porque tiene un rostro dulce de mujer
y sonríe y acaricia. Tiene manos tiernas
y femíneas, aunque su voz es de mando varonil
y con ellas cree que tiene más garras
que el león y que con voluntad abre
las fauces de la muerte, la persuade
y la doma con una guirnalda de flores.
y con cuerpo de perro se escabulle
en las sombras y con alas de pájaro

El parece que se asciende después de abanicar
la cola y decirse serpiente. El convence
a las monstruos que la Sabiduría
es la esfigie de su Ser ante el espejo.

03-04-2000 / Estéticas mostrencas y vitales
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Estéticas