Saturday, March 14, 2009

El payaso y el ser




El payaso retira su cadáver de la tierra y la selva es su red de llamas. Las bestias son el acervo de su comunidad de energía y acometida. Ya no hay tiempo que envejezca al payaso en el éxtasis ni rosas dormidas, valvas tronchadas. Su sexo todo lo despierta, germinándolo con vocación de humus. No hay distancias ni territorios ni colapso entrópico. Ni censura que prediga que su simiente ha muerto por la homicida traición de la palabra organizada.. .

¡Cómo danza el chamán, cómo se parte en rayos y centellas! ¡Cómo se viene desde sí, duro y vital, corriéndose sin la prisa de morir, con esa muerte de pájaros negros! ¡Cómo se amarra a la luz, cómo se crece, se armoniza, se aliviana, se amaciza! De esta manera, él se eleva, se comunica, se dispensa, se irrumpe, se declara, se pervive!

Todo, todo, todo, aún la vida que está viva, perfectamente endemoniada, para él es madrugada. Toda la tierra que conocemos, el acervo de las selvas, las redes del fuego, las magnéticas trenzas, las arrugas ocultas bajo el ceño y las melenas, el prado de cualquier alcoiris, es madrugada.

Todas las montañas, los cráteres de la piel, los tibios cautiverios de las flores, las rosas dormidas y túrgidas valvas, bajo el ombligo, los vellos y los lunares que arropan las galaxias, los planetas de cilios, madrugan. Todos los suelos de la posibilidad, las burbujas que impregnan los túneles, los espasmos siderales y los latidos serenos, las vacuolas negras y las sordas catedrales, los libros prohibidos, la predicción de árboles y el hallazgo de raíces, toda la vida que está viva, perfectamente endemoniada por la angustia y la violencia, por los tránsitos irrefrenables de lo nuevo y los saltos de azar, son madrugadas.

De la Terrible Sombra, rajándose al unísono con la voz anhelosa del asombro, todo sale para que tenga categoría objetiva y aquello no sea ridículamente primitivo y posible. De esta manera, sin error premeditado, el dolor funciona para acumular lo que es mío cuando, desnudo de pies a cabeza, lo quiero, porción a porción, hueso a hueso. Así amo a las células, a las excitaciones, a los metabólicos caprichos, a la capciosa sangre. Todo se me obsequió, destornillándose de risa esquizofrénica, cuando mi payaso resbaló, cayendo a la tumba y se reacomodó bajo las cobijas de la muerte.

De esta manera se prepara mi mano para ser generosa. Me olvido un poco de mí, como él de sí. Significamos la gratitud para los huesos que nos han servido tanto, silenciosamente. Ya somos él y yo, yo y el mundo, yo y todo lo que estuvo pidiéndome el amor desde cien elementos. No sucede siempre que todo, todo como una geografía, se avolcana fraternamente y el puño ebrio se abre como una caricia, igualmente fértil de ímpetus y amor y madrugada. Exploramos los parajes de otros bosques. Acaudalamos otros cursos del agua. Navegamos con vientos inesperados porque toda la vida que está viva y que jamás percibimos.. . ¡ahora es vertida como suspiro, descrito sin palabras, como palomas en fuga!

Este trozo de cielo abierto es mi reposo infinito. La energía del éxtasis. La luz que salta y cuelga desde las masas protónicas de los techos y los ojos eléctricos que la orbitan desde el sótano.

¿Yo? ¡Siquiera supe que los seres existen tan perversamente! Siempre me interesó el valor mínimo de mi magnitud dinámica, el punto fijo de reposo. ¡Pero ya soy albúmina, chingadera metabólica! Tengo pasiones.

En las mañanas veo mi verga parada y platico: «Hola. Elévate y descansa porque saldré a la calle. Que no digan que te ofreces. O estás en venta como una zarandaja».

Antes yo pensaba que mi cuerpo es sólo un pensamiento. Me negué a mirarme en los espejos. Desconfié de todas las sensaciones y de las percepciones recurrentes con que asocié la imagen con que, a fuerzas, me topé. Me imaginé con las formas más variadas y caprichosas. Fue así que enloquecí.

El ser puro fue feliz con mi locura... pero, paulatinamente, la hipocresía de los profetas del ser me hizo sospechar que fue a la inversa. La opinión ajena es acusación viciosa. Mi pensamiento nació de lo corpóreo. Lo que no existe es el pensar. Una matriz que contenga pensamientos enfrascados en sí, heredables no sé cómo.

Entonces, decidí que me vestiría de luz, silencio, quietud y ausencia.

Me colgué del techo como una lámpara. Negué mi ser y mi pensar.

Otros han sido los que me descuelgan para que camine. Me abren la boca para que hable. Me inyectan sustancias en los sesos para que diga: Esta boca es mía, como ustedes, fatuos, ¡hocicones!... En Coyoacán se supone que platique sobre las mejores cosas, incluyendo ¡la gratitud, amigos piadosos, excelencia de la ciencia y the all modern conveniences!

Me aburrí de agradecer.

Sólo que estoy loquito, gracias a Dios, y él en su misericordia me dio la mamacita más chula del mundo y tres hermanitas hermosas como soles. Se me compran todos los libros que yo quiero, ropa en abundancia. Se me alimenta. Se me lleva a los conciertos y a la Catedral. Yo como bien. No me falta nada. Se me cuida cada paso que doy. Se preocupan por mí, noche y día. Mi casa tiene criadas. Yo no debo trabajar. Yo soy ilustre por mis apellidos; yo nací para ser amado. Así es mi destino venturoso, opus laudi en la tierra.

¿Qué importa lo demás?

Nietzsche vino, renco y sifilítico, a mi sótano. Lo admito. Fue el delirio. Comenzó a escupirme, a insultarme, a burlar mi camino... Berkeley es una cloaca.

«Húndete, cruza el abismo, crea tu dios con tu siete demonios».

Sentimientos hay empeñados en matar al hombre solitario. Si lo logran, ¡ellos mismos tienen que morir!

Pero, ¿eres capaz de ser un asesino?


Berkeley y yo: Indice

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Libro de la amistad y el amor / Reseña /

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