Sunday, March 08, 2009

La señal de la generosidad



A Rebeca / Rivka

Yo fui a buscar un Ideal por el que viva
cuando estuve destrozado. No tenía la fuerza
de la adecuación. Me empujaron a hacerlo.
Eliezer fue conmigo, él conoce más huellas.
El ha vivido más, ha conocido más mundo,
argucias aprendió de los caminos que bifurcan
lejanías, mañas se da que no tengo.

Sin embargo, soy quien mi necesidad discierne

[ay de mí, huérfano y solo, sordo, torpe, sediento]
y salí, tuve que hacerlo, o me mata el vacío.
La expectativa es tan cruel cuando la fe es tan poca.
Entonces, viajé a Aram Naharaim, a la ciudad de Najor.
Dejé antiguos espacios donde evoco tristeza
y me llevé diez camellos de la flor de mi pena.

Mi máscara fue primero; mi corazón después.
Una parte que lealtad meolla, desde tuétanos
de mis huesos, me señaló el lugar, me trasnmitió
el mensaje:
«Alimenta tu voz porque el Sí
es necesario y, si la sed es grande como estómago
de camello sediento, habla y pide».

Una parte del intelecto dijo: 500 litros de agua
son generoso rito. Alguien fluye a los ríos subterráneos,
y dijo: «Bebe de estos pozos, amigo».

Entonces, ví el ojo generoso que no duerme,
Ayín, tu providencia. Has surtido de agua mi camino.
Bebí aquel atardecer de la utopía, también toda mi carne
se atrevió a decir, algo anticipo, ví destino
y kairós, generosidad extrema, útero fértil.

Más allá de la dualidad e inestabilidad
de la Fortuna, ya sé que la justicia no es tan ciega
para no abrir mi espíritu y echar luz
que llene mi vasija.
Estoy contento:
haz que venga a casa,
Eliezer, su rostro es luminoso,
aunque mi carne sea oscura.

Su rostro está sonriendo con esplendor
de labios y del mío está borrando
la amargura
.

06-11-2004 /
Indice: El libro de la amistad y el amor

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