a José J. Martí (1853-1895)
Feliz mil veces ¡oh valiente joven!
Todos: El pueblo que es tu patria
¡Viva Abdala!»: José J. Martí y Pérez
Como si Guimel camellara hasta tus pasos
a la salida del templo del Santo Angel Custodio
de La Habana, como si te alcazara por la calle Paula
y ante el número 41, se parara
donde vive el valenciano, tu padre,
y Doña Leonor, la isleña de Canarias,
José, amigo heroico, consolador de desiertos
e ismaelillos, bendecidor de Agar y Nubia
y madres parturientas del futuro,
tengo necesidad de hablar contigo
y abrazarte en las plazas, en los templos
antes que en las maniguas y en el clandestinaje,
abrazarte en el triunfo, no en las conspiraciones.
... pero tú entiendes los gritos de Abdalá;
oyes que dice: «¿No ves que de mi brazo espera
Nubia, la libertad que un bárbaro amenaza?»
... y quieres ser el Brazo, la Mano, el Gancho
de Luz directa, tú... el pequeño Abraham
para ismaelillo, línea vertical de luz
para la patria, Nubia aún no salvada
«De las terribles extranjeras garras».
Te veo, adolescente, desde el Diablo Cojuelo,
descifrando el Apophis, en ese caos
donde navega la Sombra, tú con la guía
de Mendive, el Maestro, el ángel de la vergüenza
que abre tu fino oído y te llama su Abdalá,
el paladín, el que tiene que luchar
contra el Set, quien esquilma a sus hermanos
y los siembra en desiertos, vacíos de amor,
huérfanos de madre buena y gestos solidarios.
Te veo identificando traidores que por sus amigos
no corren en auxilio cuando paramilitares
y fanáticos los torturan y llevan a presidio.
Como Abdalá, en tiempos de Mehemet Ali,
te yergues cuando Egipto es la plaga
y boca del Apophis que se traga
la región nubiana y con anglos hilvana
un co-dominio de opresión.
Como si Guimel camellara hasta tus pasos,
desde el norte de Sudán, a lo largo del Nilo,
vengo a bendecirte porque supe que en Consejo
de Guerra te juzgaron, te pusieron grilletes,
condenaron tu corazón de Abdalá
y que Los Voluntarios, milicos insolentes,
han consumado atropellos desde aquel incidente
en el Teatro Villanueva que marca tu destete.
Ahora eres el Apóstol. Sobre tí recae
defensa de Nubia, nubia de la cubanía,
con esclavos blancos y negros.
Ahora sí se declaran tus enemigos
los remeros del Apophis, hijos de las sombra
y el escarnio, se llevan como ladrones
el oro de tus minas, tus maderas de ébano,
el incienso y el marfil, la caña y el tabaco.
Van a llevarse todo. A herir a tus criollos
de alto pensamiento. A tí toca, José Martí,
sacar la cara por Rafael María de Mendive,
Fermín Valdéz Domínguez,
por cada poeta de La Patria Libre.
Como si camellara en el Guimel
de tu tránsito y me internara en las aguas del Nilo
de tu alma, por amor a Dos Ríos, donde has nacido,
vine a verte, como Gabriel que irrumpe
del Akasha, para darte más gábilos.
El arcángel aconseja, bien sabes.
Un padre oculto me envía para ungirte
como Apóstol del Caribe, a tí,
que me invocaste desde Abdalá.
06-12-2006 / Indice: El libro de la amistad y el amor
Poemas: Carlos López Dzur / La Naranja / Política Comunitaria / Bitácora: López Dzur / Bitácora Negra / Sequoyah / 8 / Revista
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