En el arrabal, la Nada navega como sangre.
En su eje, si es la raíz ¡qué bien se rota!
No hay fin, sólo nihilismo.
Cadáveres que flotan.
Y las penumbras son el cielo
que gira entre galaxias y el ser endemoniado
va con ellas, fantasmas de su puñal enardecido.
Y el quinto cielo es volver a repetir
el crimen y el espanto. Y flotar
en esos escenarios de apagadas sustancias.
09-16-1990 / El libro de la guerra
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