Monday, October 27, 2008

El obediente

Soy el inocente que siempre obedezco,
el soldado de plomo, la cicatriz del pecho ajeno;
el ciudadano, el moscamuerta honesto,
el aguafiestas santo, el que inventó la fe
para iniciar la cruzada de las que minan puertos
y envenenan ríos, o queman pastizales.

Reparto mendrugos,
me paseo por las tumbas con estómago
de hierro y la frente alta
por deber cumplido;
yo soy el héroe de la pata chueca,
quien de las greñas levanto calaveras
de niñas decapitadas, carne de cañón
de My Lai y Song Me entre bambúes,
y a mi tierra regreso
como un cupido alado,
ángel bochornosamente desnudo
con homicidios y rencor sublimizados.

Yo soy el Sacro Imperio
y la espada romana,
el que quiere al bizantino
con rodillas peladas
y una cultura de eunucos que aran la mar
de bitumul y azóe y sementeras ardientes,
aquellos sin sal en la mollera,
sin cánticos de placer,
sin aventura y sin curiosidad,
sin nada que ganar en el paisaje.

Como el rajputa de Kana Uj,
doy la ley antes que Moisés
y desfiguro mandalas
para que los arios vocalicen
sus gárgaras de gathas
mientras la negra piel se revienta.

Como franco que invade la Bohemia,
abro la Gran Cantina
y juego con mis naipes
a las suertes con la gitanada y los tahures;
yo soy la Europa de la Edad de las Tinieblas
y el que trajo la plaga que carcome
y las sarnas y las viruelas y la sífilis.

Y soy el consolado
con comenzón virilicente
que exorcizo a puro coito a los demonios.
No se me burlará en la Danza de la Muerte;
yo soy Eric el Rojo en la colonia vikinga
y Olaf de Noruega en el cerco de Londres
y Swey de Dinamarca que busca lo mismo
y soy el inglés sobre el celta,
el godo sobre el romano.

Yo soy la tribu eslava
que Alemania aturde
y el judaismo mesopotámico
filtrado hasta Navarra,
soy el danés que escapa a Normandía...
El veterano, hijo del batallón
de los que nada debo,
sino mi comando de humanitarismo,
echar entre bocas del hambre
estas limosnas federales de pan,
toques de queda, refugios y alambradas,
yo soy el que diseño el Destino Manifiesto
y el que abro los mercados,
la voz de la deténte...

2.

Por obediencia, ¿se habrá de renunciar
a valores reales, a principios?
Por disciplina y deber:
¿tendrá cualquier horda en uniforme
que ladrar rumbo a villas, a su paso,
ruidosos zancos de falsos inocentes.
Para mí, son perros que masacran civiles
antes de dar veinte mil dentelladas a sus iguales.

Nada ha sido más retrógrado
(ni aún Nimrod)
que estos tiempos
que armarn el rostro humano
con rangos de rencor indefinido
y marchan a matar, organizadamente,
con ciego impulso
en aras de ofrenda amarga
tras sus ritos censurantes y sangrientos.


01-04-1999 / El libro de la guerra

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1 comment:

Carlos López Dzur said...

Oye, Carlos, describes a la perfección al soldado sin consciencia creado por Estados Unidos y otros imperios pasados sobre la faz de la tierra. Esa forma maquiavélica de mofarse del vencido, con violaciones y vejámenes a mujeres, hombres y niños durante la guerra como se nos demostró con videos acá en Venezuela; casos en que hasta se orinaban sobre la cara de un reo y le golpeaba, etc. Si esto es lo que se pudo ver, ¿cómo será lo que no se ve?

Me recordaste además las palabras de Simón Bolívar al momento de realizar su juramento en el Monte Sacro, en Roma. Analizó lo que eran los imperios, en especial de Roma. Recordó a Rómulo y Numa, los Gracos y los Horacios, Augusto y también Nerón, César, Bruto, Tiberio y Trajano, grandezas que siendo villanos, en Roma causaron horror. Por un cincinato dijo: 100 caracallas; Por un Trajano: 100 Calígulas; Por un Vespasiano: 100 Claudios; en grupos de cien los alineó en su apreciación. Catacumbas para los cristianos, conquista y ambición por el tributo; ruedas sacrílegas, carruajes con mujeres que pasaron, sobre el tronco destrozado de sus padres soberanos. Oradores y poetas que seducen y conmueven como Virgilio y Cicerón; otros distintos como Juvenal y Lucrecio en quienes la sátira arrecia por montón. Filósofos débiles como Séneca; ciudadanos como Catón, pocos ya con buena prédica y condición, para la justa verdad, por la causa de la humanidad; Mesalinas y Agripinas corrompidas sin entrañas, ¡Oh Dios mío, cuántas mañas!. Para emancipar el espíritu, extirpar preocupaciones, perfeccionar la razón, poco o nada; cuánta visión conformada tenía Bolívar en cuestión. Por tanto meditabundo, con firme resolución, el juramento de honor lanza Bolivar iracundo, allí frente a su maestro, en pro de la emancipación. Enrojecido su rostro, húmedos sus ojos, sin aguantar tanto enojo, casi en estado febril, un Bolivar tan juvenil, jurando al Dios de sus padres, por ellos su honor su patria, no dar descanso a su brazo, ni dar reposo a su alma, hasta romper las cadenas del opresor español.

Esto ocurrió Carlos el 15 de agosto de 1805 en el Monte Sacro, en Roma. Han pasado dos siglos y continuamos viendo las mismas atrocidades por parte del imperio que dice tener toda la razón; tú crees que en ellos haya "civilización".

Me encantó tu poema, porque con tu conocimiento, con tu inteligencia describes a los rapaces históricos y los obedientes por temor que cometen las barbaridades, tal cual lo hizo Bolívar en 1805 y de allí el juramento y posterior liberación de los cinco países latinoamericanos: Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolívia y anexión de Panamá.

Estrellas, aplausos, besos y abrazos te envía Dilia.

DILIA CALDERAS
Venezuela