Wednesday, October 22, 2008

Las noches fantasmales del desamparo


En las noches fantasmales de la historia,
alguien dijo que te apartas. La neblina cancela
tus procesos, Sustancia. Ignora tu justicia,
detiene tu dialéctica. Dijo que fallas.
Que la historia consejera ha muerto.
Te llama delincuente. No yo.


Es otra historia la que miente.
Te desfigura, te niega.
En realidad, no huyes, no te ocultas.
Es la neblina mentirosa.
Es la historia malversada
en la intemperie de la noche.

2.

Frente a mi casa, hay altas palmeras verdes,
gigantescas, saludables, espaciadas en tu geografía.
Tu mañana tiene un hermoso cuerpo con diversas,
múltiples, concretas expresiones; hay árboles felices
y ellos me hablan, me dan sombra y amor cada tarde.

Me cuentan sobre el color de tus flores pluriformes
y el oloroso candor de tus frutos, tus raíces. Contigo
y el aire se interconecta el Todo, Sustancia.
Desde el rasero de tus alturas posibles
amo tu cuerpo, tus esplendores, realidad.

En las noches fantasmales, la neblina
insinúa que puede desmentirnos, no es justo.
¿Dónde queda la habitación para los niños,
dónde la evidencia de tus techos, dónde
la madera protectora de tus árboles?

El que te escuchó y palpó de tus secretos, sabe
lo que tienes por alma. No te vería hoy
para mañana negarte con desprecio.

Como las palmeras se esconden en trazos
de rala sombra, de húmedo frío, la noche mala
contigo forja pesadillas; infunde sus temores.
Como hojas oscuras, de veneno umbrío,
muestran los silencios sepulcrales.
Enterraría 290 millones de seres desgraciados:
los más pobres y hambrientos.

3.

Es la mentira, Sustancia, la negación
que hace la historia de tu abrigo porque seguro es
que nos cobijas, nos das cuerpo concretos,
sólidos huesos, dignas dimensiones.
Ha de ser esta neblina injusta que te oculta.
Así quiere negar tu salud universalizada,
tu crecimiento en la plenitud del semejante.

Mis palmeras existen y el alimento espera
a estos 19 millones de niños severamente desnutridos
que están poblando mi mundo; hay algo generoso
en tu altura, en tu olor, en tu ancha mano consolante,
algo para ellos, igual que para mí que los has dado.
Hay una concreta posibilidad de tu aliento
que es más que viento amargo y pasajero.
Salvaguardas el futuro: la justicia.

En las noches fantasmales de la historia,
no se pierde tu verdad: estás ahí, Sustancia,
esperando que vaya y te abrace y te sienta
como eres y no te ignore; mira que te sé y bendigo
tu proceso por sabidas razones.

En realidad, no huyes, no te ocultas.
Es la neblina mentirosa; es la historia
malversada en la intemperie de la noche.


El libro de la guerra

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