Hay escaramuzas tolerables.
Ocurren todos los días, se acumulan
por semanas y por años y, en fin de cuentas,
si las vivimos no molestan; no son profundos
recuerdos; no son memorias que atropellan.
Un insulto, como sea, se pasa, se tolera.
Uno aprende a esquivar empujones,
a exhibirse con su poco de coraje y seguir adelante.
Uno ensaya y renensaya gesticulaciones.
El vecino le pega a su mujer,
otro allá desafía al más humilde;
a otro le roban la cartera.
La violencia es casi normal, alma
y corazón de escaramuza.
Es una golfa cotidiana que echa chispas;
es un pordiosero a la mar de importuno.
Uno no los quisiera de enemigos,
pero a veces divierten. Son el chisme.
O la cruel broma. De las pequeñas violencias
de este mundo, escaramuzas se forman.
Y nada personal se traen con uno.
Hay distancia afectiva.
No es la guerra. No es la guerra.
04-12-2000 / El libro de la guerra
Saturday, October 18, 2008
Las pequeñas violencias
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment