Friday, October 10, 2008

Convocación antipredatoria


Cazador, mira la liebre que teme a tus ojos
porque ha visto los firmamentos y sus nichos,
montes que tiemblan bajo las estrellas,
cumbres donde habitan las fieras
junto a lirios y otra vida,
más inocua y cándida.

Arquero, recuerda la campana
bajo la epiglotis. Respira hondamente,
pero flecha tu blanco con saeta
de incisiva misión comunicante.
Eres un guerrero ... no lastimes al hombre.

¡Caza, caza, por la especie de los nobles!
¡Navegante, tanta fe tengo en tí!
Tu boca es viento marero
cuando el frescachón conspira
contra las velas menudas y nerviosas.

Tú que has visto demasiados caminos
y, con certeza de que todos se duelen
en palabras, se ríen y delinquen
con sandez de impuros oleajes.

Tú que oyes a la marisma de la fantasmagoría,
vaticina nuevas islas, textos de porvenir,
historia de corales y de estrellas que versan
luz desde lo más recóndito y profundo
de la mar secreta, de la imaginación lícua.

¡Ven a cantar con pulmón de montes
y pájaros, cazador, desmiéntelos,
ágil liebre, osuna fortaleza;
y saca el corazón, lleno de voces
y reparte arterias como ríos,
vertidos sobre tu frente, marinero.

Y tú, arquero, pon el ojo
donde la hermosura pide la visión ardiente
y equilibrio y rigor
y pasión
y temple!



01-12-1982 /
El libro de la guerra

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