Wednesday, October 15, 2008
El incompensado
Díme si pedí lo imposible, lo excesivo.
En realidad, siempre se pide algo
y el pedir se equivoca. Me sospecho
que no sé decir no quiero nada.
Se me antoja una paz. La tuve y la he perdido.
Devuélveme la paz. Estoy en guerra.
¡Devuélvemela entonces!
Por nostalgia, ese ademán de lo que tuve
pido, hoy cuando vivo el desastre.
Seguro sonreía y todo fue dignidad alguna vez.
Hoy es tormento: ¿y ayer? Todo fue bello.
Ayer no habría pedido nada, hoy sí. La necesidad
me abre la boca, me cierra la sonrisa.
Quizás pida otra vez lo que yo sé que existe
y lo extraño; la alegría.
Ya es algo semi-borroso, acridulce, doliente.
Díme su nombre ¡ay! la llamaría para que esté conmigo.
Con la paz y la alegría, quizás ya esté completo,
bien definido, cuanto pida. Y temo excesivo. Imposible.
En realidad, la esencia de mi ser
hila reclamos. Ha de ser una ensarta de clamores
que apenas se murmuran, pero no sé
pedirlos, si me faltan estas tan simples cosas:
la paz y la alegría, la paz y la alegría.
03-10-1978 / El Libro de la Guerra
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