Sunday, October 19, 2008

El Negro Ansina y José Artigas

a Joaquín Lenzina

El hombre perverso busca a otro, no como tú,
que me compraste para hacerme libre
y para hacerme tu amigo.
El busca a otro para quitar
su espacio, el camino que acostumbra.
Ese es el guerrero que anima nuestro odio.

Un hombre cuando corría por los campos
me dijo: «No debes correr; porque eres negro».
El mismo día fue a ti quien dijo: no vayas a changuear,
no muestres dicha, no compres caballadas,
no las vendas, no trafiques con cueros secos.
Ni visites a los brasileños, no son como nosotros
.
Ese es el hombre que anima nuestro odio.

El hombre perverso te dijo: «Mujer adquiríste
de charrúas y ya tienes con la salvaje
hijo prohibido»; él no te llama José. El funcionario
anunciará tu apellido. Artigas para que duela
el castigo. Su proceder anima el rechazo.
El a mí también nombra el salvaje.
El es el prohibidor que anima nuestro odio.

Una milicia autorizada por el rey en el Virreinato
del Río de la Plata, Corps de Blandengues
de Montevideo, pasa su revista a tu persona.
A los 33 años no les pareces un hombre de valía.
Tu eres, más o menos, un delincuente
y debes acogerte a la amnistía.

Tú no has matado a nadie; tu delito es amar
a una charrúa al norte del Río Negro,
conocer a un africano en las Misiones Orientales,
vender caballos y cueros en Río Grande del Sur
y Santa Catarina. Pero ahora irás a proteger
las fronteras como un soldado raso
y verás las tropas portuguesas
que avanzan como hombres perversos.

Me comunicas con un gesto: «Los odio».
Lo sé. Los odiamos... no porque compran caballos
o trafican con cueros. Cuando se va a la guerra,
José: uno va a tratar en directo con el odio.


Enero 2002 /
El libro de la guerra

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