Friday, October 10, 2008

La hija del sequedal

Ven, demos de beber vino a nuestro padre
y durmamos con él:
Génesis 19: 32

¡Qué amargo el sorbo del espíritu apagado!
¡Qué inútil es vibrar en el tambor
sin el mínimo salmo de delicia!

El amor no se da de esa manera.
Conciencia quiere, placer in crescendo.
Aisha su alma da en descenso
y el varón duerme por no encarar
valor, o no ruborizarse con mentira

¡No encender la onda fecundante
ni escuchar la voz de una caricia
es un ultraje, un engaño, burla!

¡Apártate de mí, súcubo mudo,
ángel caído y brutal, fantasma demoníaco!
Quiero un amor consciente, pleno,
sin la ebriedad de la mentira.

En la noche hiedes a azufre,
y eres tumba viva de un espectro,
beso vampiro, traicioneramente robado.

¡Véte, hija del sequedal,
que mis barranqueras son excelsas
aún en las miserias cavernarias de Zoar!

Dáme la llama viva más allá de la penumbra.
Cántalas claras, dueña de tí,
voluntaria, consentida, deseada.

¡No mientas! que el amor no se contrata
con las medias tintas ni el doblez de labios
ni el secreto y la cautelas de escarnio.

Ama en la verdad de los fenómenos.
¡Despierta de las místicas orgías!
Materializa esos muslos que nadan
como peces en los míos y esa humedad
de Nilo que son el Delta fecundo del Oriente.

La Noche-Madre
de la plena conciencia:
sean testigos.


01-05- 1991 /
El libro de la guerra

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