¿Cómo se siente haber colocado un artefacto
que dinamita más que un piso de oficinas:
hace que vuelen en pedazos
cuerpos, niños, ancianos, seres
que tuvieron vida? ¿Cómo se siente
quien patrocina el terror, el súbito
e inesperado objetivo del delito violento?
Una bombazo. Un motín inducido.
Un acto de tortura. El fuego intencionado.
El asesinato, el secuestro, el robo,
cualquiera sea el acto clandestino.
Del francotirador. El militante, el bonzo.
El contrainsurgente. El narcoterrorista.
Alguien habrá apelado con preguntas
a su consciencia misma, ¿alguien?
¿Quién le preguntará si es justo que en la guerra
mueran inocentes; quién dónde comienza
un militante, de romántico cuño, a convertirse en asesino?
Posiblemente, responderá ya es tarde.
Cuando la guerra comienza, todo se vale.
05-12-2000 /
Saturday, October 18, 2008
La pregunta
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