Monday, October 20, 2008

El poeta y la revolución


Es verdad. Es preferible que se escriba
sobre el amor, agradable sentimiento que, si duele,
tan dulcemente duele que es una dicha, no
una rémora amarga, no una suma más para el vacío.
Dulces poemas de amor me has pedido
porque hasta la mala amante se conmueve.

... pero la revolución es un amor rebelde,
es una desafiante luna en el más oscuro rincón
del firmamento. Es la señal flagrante de apetito,
violentamente prohibida, rotundamente negada.
Es como una mujer amada que nos tira
la puerta en las narices; se esconde para urdirse
en la burla de los días, se colectiviza, intensifica
sus voces y nos regala las sobras del lamento.

... Y uno llega a quererla por saberla desgraciada.
No nos ama, pero nos necesita, porque el amor
que quiere no lo tiene y el amor que le damos
siempre es riesgo y desazón y desafío.

Es un amor difícil ese amor que dice patria,
vecino, comunidad, aldea, villa, pueblo,
gente, indio, marginado, funcionario, prócer,
subversivo, proletario; es un amor tan lento,
tan histórico, tan acumulativo, tan lleno de consignas,
tan lleno de suplicios y de muerte, harto de engaños,
de traiciones, de imperfectos proyectos,
amor de vida intensa y racionalizaciones.

Es preferible un amor más sencillo,
aunque sea olvidable, aunque sea pequeño.
Pero ese amor está ahí, épico y desafiante,
malamente cantado por esquivo.

Siempre con su cara triste, solemne, agria,
a veces vociferante, demagógica, bélica,
rostro con corazón verdugo, con su presencia
que descarna el hambre, el robo, la tortura,
pero es amor humano, es la parte social,
la urgente proyección del que vive
fuera de sí, con afán de amar
un poco y dividirse
para poder ser-uno-con
los otros de la Tierra.
Y decir: Mujer y Patria.
Madre-Tierra
y Todo.


02-12-2000 /
El libro de la guerra

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Carlos López Dzur / 2 / Leyendas históricas y cuentos coloraos

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