Sunday, October 12, 2008

Etica de la deuda


Siempre hay algo con que nos quedamos
y que no lo queremos pagar,
una deuda
que nos hace humanos,
a contragusto de nosotros mismos...

Alguno nos brinda su mano,
nos saca del hoyo, regala la esperanza
y nosotros echamos la patada
y cerramos los ojos
y escapamos...

Es cierto que otros fueron primero
y entreabrieron la puerta;
pero hay solamente unos cuantos
que la dejan abierta
y acceden a dar la bienvenida
al que nada trae, por pagarlo todo,
por no deber lo que no debe...

Algunos se atreven a mirar en la historia
y fundan la Tierra a partir del Caos
y golpean la piedra
y hacen que fluya leche y miel,
luz de sus almas...

Otros, los escondidos,
darán su sorpresa
haciéndola de atropellos,
robo y homicidio
y agreden,
sin razón aparente, cobardes,
como si fueramos deudores
de saldo perenne
del aquí y hora de sus nombres
y apellidos,
y del más allá, inefable y mudo,
al que viven atados.

¿Quién pudo ser?...
¿que contra nosotros lanzó su pedrada?
a pesar de que tenemos el común lenguaje,
la más rica sustancia de esperanza
y voluntad para querer
y perdonar y construir juntos
el placer duradero.

Alguien es que porfía:
¡Nada te debo!

Entonces, ved cómo él azota la pámpana
y, del penacho más bajo,
la carne del débil alcanza, hiere, marca
y, con los huesos del inválido,
se lucra y se harta, perpetúa escarnio,
engorda su vil malentendido,
y sonríe con dientes neguijosos y sangrientos.

Su propio corazón izó como un trapo
estampándolo con bodrios pasados a cuchillo
y ante su estandarte marchan, junto a sí,
los que son como él, custodios de crimen,
salteadores de caminos,
patriotas del despojo.

¿Qué culpa la historia tiene?
Ella es tan sólo un espejo
de esta misa de sangre,
el documento donde ellos escriben
todas las veces que se lavan las manos
después de hundir entre los sámagos
de los vientres descosidos
a puñal y estruendos
lealtad descabellada
sus propios nombres,
sus uñas
y garfios de codicia.

14- 07-1993 /
Indice: Libro de la guerra

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