Hay individuos, que son tan pocos en su alma,
seres estrechos y mezquinos, que sólo miran
lo que les conviene. Epocalmente, no son humanidad,
no abrazan a nadie, no conversan
en profundo, apenas con su ego.
Son los verdaderos cómplices,
latentes asesinos, cobardes de marca mayor,
pordioseros de poder, usurpadores.
Atados están a su ventaja desde el nacimiento.
No son justificables, no. Pero comprendo.
Básteme no ser como ellos, no buscarles,
no darle mi servicio.
Hay individuos así... provisionales.
Me provocan tristeza y hablan de Dios y de justicia.
Y son tan epocales, tan pequeños residuos,
cascarones vacíos. Están en guerra
como culebras que lamen a otras en un agujero.
14-01-1991 / El libro de la guerra
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