Cada pueblo de la tierra
cava una tumba, sepulta su miedo.
El cadáver viviente de una Empusa
es su fuerza, su consuelo.
Una lágrima hermosa se atrapará
como una presa, el luto de la carne
lleva perros de caza.
La paz dolida al que la agrede
lo muerde, porque con llanto
también navega el odio.
Y se sofoca cuando las garras
ajotan, entre ternuras,
a la pezuña hundida
y al corazón con espinos.
1989 / El libro de la guerra
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